A lo largo de la historia ha sido tradicional que España haya llegado tarde a todos los grandes avances científico-tecnológicos que se han desarrollado en los últimos siglos. Y esta constante ley casi natural ha devenido en el secular atraso de un país que en mejor de los casos ha sido una potencia económica de segundo, cuando no de tercer nivel. Sin embargo en las últimas décadas, una conjunción de diversos factores algunos fortuitos, otros geográficos y por qué no decirlo ciertos aciertos políticos permitieron que por una vez España se encontrara entre la naciones que lideraban una de las más prometedoras revoluciones industriales del siglo XXI: las energías renovables. Sin embargo, como no podía ser de otra manera, esta apuesta de futuro ha llegado su fin por la secular y omnipresente mezcla de miopía política junto con el siempre todopoderoso capitalismo caciquil patrio.
Así y fijándonos únicamente en el sector eólico, España hasta el año 2013 se encontraba en cuanto a potencia eólica instalada en un honrosísimo cuarto puesto tras las 3 potencias económicas actuales China, EEUU y Alemania, con las consiguientes ventajas asociadas a un pujante sector económico: empleo, exportaciones, etc., además de los innegables efectos sobre la salud pública y el medio ambiente, incuantificables desde el punto de vista económico pero vitales para el bienestar de los ciudadanos.
Este sector está en explosivo crecimiento, de tal manera que durante el pasado año 2014 el crecimiento fue del 16%. Pero adivinen como se repartió el pastel. Pues gracias a los innegables esfuerzos de este gobierno de mafiosos rendidos a los pies de las grandes eléctricas patrias, España ha abandona de facto este sector económico. Así durante el pasado año 2014, mientras que los tres países líderes han seguido invirtiendo en energía eólica: China ha instalado 23.000 nuevos MW, EEUU y Alemania 5.000 MW respectivamente y naciones como la India (2.300 MW), Brasil (2.400 MW), Canadá (1.800 MW) o Reino Unido (1.700 MW) se han apuntado a este sector, España instaló unos paupérrimos 28 MW nuevos. Los datos de este año 2015 cuando se publiquen serán del mismo estilo, por lo que muy probablemente países como India (que acabaron el 2014 con una potencia casi idéntica a la española) habrán sobrepasado de largo a nuestro país.
Y por supuesto los corifeos a sueldo de las grandes eléctricas nos argumentarán que España no puede permitirse las energía renovables aún cuando no sólo las grandes potencias económicas, sino naciones infinitamente menos desarrolladas como China e India están realizando unos importantes esfuerzos para no perder el tren de lo que es ya uno de los principales motores económicos del mundo. Aunque estos mismos expertos en la intoxicación informativa se guardan muy mucho de comentar que a día de hoy España gasta más dinero en seguir subvencionando el terriblemente contaminante carbón, energía dañina no sólo para la salud de los esforzados mineros, sino para la de toda la población por la ingente cantidad de partículas cancerígenas que desprende su combustión. Pero claro, los muertos no cuentan ni siquiera como apunte contable de esta macabra estadística en donde hay que seguir manteniendo el tinglado eléctrico para que nada cambie.
Así que en resumen, otro ejemplo más de que este triste país está abocado a seguir perpetuamente dependiente del chiringuito y del ladrillo como medio de vida, los dos pilares fundamentales de una economía más propia de un país del Tercer Mundo que de una nación del occidente europeo.
Y por supuesto los corifeos a sueldo de las grandes eléctricas nos argumentarán que España no puede permitirse las energía renovables aún cuando no sólo las grandes potencias económicas, sino naciones infinitamente menos desarrolladas como China e India están realizando unos importantes esfuerzos para no perder el tren de lo que es ya uno de los principales motores económicos del mundo. Aunque estos mismos expertos en la intoxicación informativa se guardan muy mucho de comentar que a día de hoy España gasta más dinero en seguir subvencionando el terriblemente contaminante carbón, energía dañina no sólo para la salud de los esforzados mineros, sino para la de toda la población por la ingente cantidad de partículas cancerígenas que desprende su combustión. Pero claro, los muertos no cuentan ni siquiera como apunte contable de esta macabra estadística en donde hay que seguir manteniendo el tinglado eléctrico para que nada cambie.
Así que en resumen, otro ejemplo más de que este triste país está abocado a seguir perpetuamente dependiente del chiringuito y del ladrillo como medio de vida, los dos pilares fundamentales de una economía más propia de un país del Tercer Mundo que de una nación del occidente europeo.
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