Aunque los diferentes estados de la UE están realizando
esfuerzos encaminados a la implantación de energías limpias, resulta que la ausencia
de una visión de conjunto global está desperdiciando en gran parte el enorme
esfuerzo económico realizado hasta ahora por la absoluta estrechez de miras de
los gobernantes tanto nacionales o como europeos.
Aunque en teoría la UE se creó para obtener sinergias de la
asociación de diferentes países, resulta que a la hora de la verdad este
organismo supranacional se parece más en realidad al famoso ejército de Pancho
Villa en donde cada país hace la guerra por su cuenta. Y el ejemplo
paradigmático es la producción de energía eléctrica solar.
Tal y como se muestra en la siguiente tabla cada uno de los países
de la UE ha desarrollado en mayor o medida un mercado de generación eléctrica
limpia a partir de la inagotable energía del sol.
Así Alemania encabeza este ranking solar con una potencia
instalada a finales de 2014 de más de 38.000 MW, seguido de Italia y luego ya bastante
más retrasados de Reino Unido, España y Francia. Si se estudia en detalle la
producción de energía se observa que en general los países que han instalado
más potencia, es decir aquellos que tienen más paneles solares, generan más
energía eléctrica, pero por ejemplo el Reino Unido tiene mayor potencia
instalada que España pero genera mucha menos energía limpia proveniente del
sol. Esto es así porque en los países más soleados las placas fotovoltaicas
están más tiempo funcionando y obtienen mayores rendimientos.
De tal manera que
si dividimos la energía producida (los Gwh) en cada país por la potencia
instalada en MW obtenemos la siguiente gráfica:
en donde se puede observar que la mayoría de los países obtienen
rendimientos de alrededor de 1 GWh o menos por cada MW de potencia instalada.
Algunos países como Francia, Bulgaria o Italia obtienen alrededor de 1,2 GWh y
en otros cuatro países (Grecia, Portugal, Chipre y España) se llega a un rendimiento
de más de 1,5 GWh. ¿Qué significa esto? Pues que no hace falta ser premio Nobel
para entender que no es muy inteligente colocar placas solares en Helsinki, Berlín
o Praga cuando por el mismo precio se pueden instalar en España, Grecia o Portugal.
Además se puede calcular la energía eléctrica que se está
dejando de producir por no haber realizado una verdadera planificación europea
de energía fotovoltaica. Así si las placas solares instaladas en los países con
barras en rojo del gráfico anterior se hubieran colocado en los 4 países con
mayores rendimientos (los de las barras verdes) la energía eléctrica producida hubiera
pasado de 48.500 GWh (que es lo que producen estos países) a 84.600 GWh, es
decir un aumento del 74%. Por
supuesto que no toda esa energía sería utilizable ya que su transporte por los
cables de Europa tiene su costo. Según datos de Endesa, por cada
1.000 km de tendido eléctrico se pierde un 3% de la energía transportada,
por lo que si queremos llevar energía eléctrica por ejemplo de Huelva a
Helsinki, como hay unos 4.500 km de distancia entonces la pérdida sería de un
13,5% del total. Es decir que en el peor de los casos el aumento de producción
de la energía solar pasaría del 74% antes calculado a un todavía más que respetable
60,5% si se hubiera planificado una verdadera política fotovoltaica europea,
sin haber gastado ni un euro más salvo quizás invertir más en la interconexión
eléctrica de los diferentes países, medida que rápidamente sería amortizada por
esa gigantesca nueva producción de energía.
Así que en resumen, la eficiencia económica y el propio planeta
están pidiendo a gritos que Europa deje de ser una simple asociación de países
y se convierta finalmente en una verdadera entidad real en donde se planifiquen
las políticas con inteligencia.
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