Los
dioses son esos terribles entes que, para satisfacer su infinito ego y por lo
que se ve su eterno aburrimiento, no dudan en someter a sus insensatos
seguidores a las más variadas y terribles torturas.
Porque
hay que ser sádico para supuestamente crear a los humanos a su imagen y
semejanza, dotándolos de órganos reproductores y luego sin embargo exigirles no
ya castidad sino la terrible amputación del propio miembro viril, castración
por lo que se ve necesaria para poder comprender y entrar en comunión con el
sanguinario dios.
Pues eso es lo que exige una divinidad hindú a sus devotos seguidores, a
través por supuesto del siempre santo y demente gurú de turno porque ya sabemos
que los dioses son siempre parcos en palabras y no tienen a bien mostrar su pavorosa
voluntad directamente al populacho. De tal manera que, al menos unos 400 de
estos alucinados han seguido el espantoso pero santo consejo y se han
automutilado masoquistamente eliminando de raíz sus atributos sexuales. Por cierto, que obsesión tienen todas las deidades en que no se use esa pequeña pero muy importante parte de nuestra anatomía.
Y
como esta variante del hinduismo tiene unos 40 millones de seguidores
repartidos por todo el mundo, pues imaginen si esta terrible orden divina se
cumple entre todos sus miembros, nunca mejor dicho.
Lo
único quizás positivo (entiendan la ironía) de todo este sangriento y patético asunto que confirma que los
verdaderos creyentes deberían estar sometidos a estricto tratamiento psiquiátrico, sería que en el caso de que cundiera el ejemplo entre todos estos débiles mentales
se ayudaría a controlar la terrible explosión demográfica actual del mundo y
además millones de descerebrados se extinguirían rápidamente al no dejar descendencia
alguna que perpetuara el ignorante ciclo de irracional desvarío religioso en el
que están inmersos.
Durante los primeros siglos del cristianismo estuvo bastante extendida la práctica de la emasculación. Una verdadera pena que no hubiese continuado por más tiempo. Hoy no padeceríamos los efectos de tan ominosa ideología.
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