Alguien hace ya tiempo comentó con respecto a las religiones ese mordaz pero muy acertado dicho de que "si no quieres que me ría de tus creencias, no tengas creencias tan divertidas".
Porque hablando seriamente ¿Es de respetar la figura de un beduino pederasta que propugnaba el exterminio de los infieles y que recompensa a sus fanáticos yihadistas con un paraíso lleno de ríos de leche y miel en donde le esperan 72 vírgenes para satisfacer todos y cada uno de sus reprimidos deseos sexuales?
¿Consideran los creyentes en el judío zombi semihumano, pero también medio gallina o pollo o lo que sea y en la casquivana adúltera zoofílica de su madre que estas absurdeces merecen algún tipo de respeto?
¿Debemos guardar considerado decoro mientras un alucinado anoréxico nos diserta sobre los inimaginables poderes de un dios con cabeza de elefante o los de una diosa con seis brazos?
¿Tenemos que soportar educadamente que un jovenzuelo nos ilustre sobre un dictador espacial proveniente de la "Confederación Galáctica" que hace 75 millones de años trajo miles de millones de personas a la Tierra en naves espaciales parecidas a aviones DC-8?
¿Por qué tenemos que soportar estoicamente que unos absurdos personajillos, vestidos como cuervos con sobreros negros, que se dejan crecer el pelo en ridículos tirabuzones, nos sermoneen sobre su supuesta pertenencia al pueblo elegido de un diosecillo egomaníaco y criminal porque fueron mutilados genitalmente en su tierna infancia?
¿Debemos contener la risa cuando un rubicundo yanqui de camisa blanca y con una tarjetita con su clónico nombre (puesto que todos ellos se llaman igual) nos relata una buena nueva referente a viajes cuasiprehistóricos de judíos a América y libros con hojas de planchas de oro escritos en indescifrables lenguas, que sin embargo, son traducidos mágicamente por un destripaterrones que no sabía casi leer su inglés natal?
Tiempo llegará que la psiquiatría trate adecuadamente a estos pobres débiles mentales como lo que realmente son: simples enfermos psiquiátricos necesitados de atención médica especializada.
¿Consideran los creyentes en el judío zombi semihumano, pero también medio gallina o pollo o lo que sea y en la casquivana adúltera zoofílica de su madre que estas absurdeces merecen algún tipo de respeto?
¿Debemos guardar considerado decoro mientras un alucinado anoréxico nos diserta sobre los inimaginables poderes de un dios con cabeza de elefante o los de una diosa con seis brazos?
¿Tenemos que soportar educadamente que un jovenzuelo nos ilustre sobre un dictador espacial proveniente de la "Confederación Galáctica" que hace 75 millones de años trajo miles de millones de personas a la Tierra en naves espaciales parecidas a aviones DC-8?
¿Por qué tenemos que soportar estoicamente que unos absurdos personajillos, vestidos como cuervos con sobreros negros, que se dejan crecer el pelo en ridículos tirabuzones, nos sermoneen sobre su supuesta pertenencia al pueblo elegido de un diosecillo egomaníaco y criminal porque fueron mutilados genitalmente en su tierna infancia?
¿Debemos contener la risa cuando un rubicundo yanqui de camisa blanca y con una tarjetita con su clónico nombre (puesto que todos ellos se llaman igual) nos relata una buena nueva referente a viajes cuasiprehistóricos de judíos a América y libros con hojas de planchas de oro escritos en indescifrables lenguas, que sin embargo, son traducidos mágicamente por un destripaterrones que no sabía casi leer su inglés natal?
Tiempo llegará que la psiquiatría trate adecuadamente a estos pobres débiles mentales como lo que realmente son: simples enfermos psiquiátricos necesitados de atención médica especializada.
A la luz del conocimiento científico actual, toda religión es un relato psicótico; ridículo o patético, según se mire. Casi sin dudas que nuestros remotos antepasados tuvieron buenas razones para crearlas. Era lo que había para apañárselas con la realidad de aquellas épocas. Pero en el presente, y desde hace ya unos siglos añadiría, las religiones constituyen una rémora terrible para nuestra especie. Son un trozo de pasado que debiéramos superar si no queremos poner en peligro la existencia de nuestra civilización científico-tecnológica.
ResponderEliminarAhora, después de los atentados terroristas de París, surgen voces que hablan de tolerancia, de provocación por parte de la revista Charlie, de respeto a las religiones, en especial al Islam, y de otras sandeces por el estilo. Es de no creer. ¡Están hablando de tomar en serio un montón de creencias del Calcolítico! Es como si estuviésemos retrocediendo en el tiempo. Señores, ha habido un acto terrorista, espantoso y repudiable, y punto. No mitiguemos ni agravemos lo ocurrido apelando a cuentos y leyendas de la antigüedad más oscura. Que el que tenga la desgracia de ser creyente religioso practique su culto en privado, sin pretender darle un valor universal a su psicosis particular.
¿Cómo se pretende que una persona que tenga buena índole y dignidad, después de que, por algún motivo, haya tenido la oportunidad de separar la fantasía de la realidad, no se manifieste contra alguna afirmación trastornada e irracional? Sabiendo que han matado, matan y matarán con base en esas delirantes alucinaciones, ¿Qué piensan que sea la actitud “correcta”?.
ResponderEliminarNo vemos otra posibilidad además de un ¡Basta!.