Una de las grandes paradojas de la enseñanza es que mientras
que desde todos los ámbitos sociales se pide y se exige una educación de
calidad, sin embargo luego tenemos decenas de miles de profesores cuya única
labor es mentir, engañar, manipular y adoctrinar a los niños con el objetivo
final de anular su capacidad de raciocinio y convertirlos así en débiles mentales
fácilmente manipulables por el poder.
Y además, cuando desde algún ámbito público se intenta
limitar o poner coto a esa terrible situación saltan a la palestra no sólo los carpetovetónicos
jerarcas religiosos. Así diversos
sindicatos andaluces han organizado movilizaciones por el posible despido de
profesores de religión debido al recorte del número de horas
"lectivas" de la asignatura con curiosos y peregrinos argumentos. El
primero de ellos es que con esta disminución de horas de religión:
"una enseñanza de calidad es imposible impartirla en el tiempo que se le ha asignado a esta área."
¿Cómo?¿enseñanza de calidad en adoctrinamiento? ¡Menudo oxímoron! Cuando se enseñan absurdeces, engaños y mentiras no se puede hablar para nada de calidad docente. ¿Decir que el hijo alucinado de una supuesta virgen y de una paloma extraterrestre tenía poderes como los de Superman puede ser considerado educación y lo que es peor, de calidad?
Y el segundo argumento para seguir dilapidando el dinero
público en retorcer y destruir las mentes infantiles es que los "profesores" (menudo eufemismo) son
"madres y padres de familia, la mayoría mayores de 45 años que han desarrollado toda su experiencia profesional en la enseñanza de esta materia, por lo que se trata de un colectivo de especial vulnerabilidad y dificultad para su reinserción laboral".
O sea, que como estos inútiles han dedicado toda su vida a
propagar mentiras y no saben hacer nada productivo ni útil a la sociedad, por
lo que jamás podrán encontrar un trabajo de verdad, pues debemos seguir
pagándoles un sueldo de por vida con cargo a los impuestos de todos para que continúen corrompiendo
mentes infantiles.
Y mientras tanto miles y miles de verdaderos docentes, esos
que se dejaron los codos estudiando una carrera universitaria, que aprobaron
una durísima oposición (muchas veces después de varios intentos) y que luchan
día a día para intentar enseñar algo útil, real y verdadero a nuestros hijos,
deben seguir sufriendo los recortes o ir directamente al paro si no tienen
todavía plaza fija para que estos aborregados parásitos, que no han estudiado
ni aprobado nada y que han sido nombrados a dedo por el obispo de turno por
puro y duro amiguismo, puedan seguir viviendo del cuento para seguir
corrompiendo a nuestra infancia. ¡Asco de país!
¿Y esto?
ResponderEliminarhttp://www.boe.es/boe/dias/2014/12/11/pdfs/BOE-A-2014-12886.pdf
Como ya escribí hace tiempo
ResponderEliminar"Además como estamos en una democracia y no se puede discriminar a nadie por sus creencias, en consecuencia y por motivos de justicia y ética deberíamos tener a disposición de los padres diferentes maestros especializados en doctrina musulmana, budista, animista (ya que muchos de nuestros inmigrantes legalizados africanos han sido educados en estas creencias), satánica (porque discriminar a los creen en el diablo, también tienen derecho a exigir profesores pagados por el Estado), etc y por supuesto de ateísmo (que los ateos también tenemos derechos). Y así hasta que no haya ningún español que pueda sentirse discriminado porque el número de adeptos a una creencia no permite tratos de favor en una sociedad democrática."
http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2006/07/clases-de-religin-en-la-escuela-pblica.html
Por ello lo racional y lo democrático sería que en la escuela no se adoctrinaran a los niños en ninguna creencia y asunto terminado. ¡Fuera religión de las escuelas!
Coincido totalmente. Añado que esos profesores, que no tienen por qué tener ningún título académico, forman parte de los claustros con voz y voto.
ResponderEliminarAdemás, ¿quién ha dicho que se tengan que ir al paro? Sus patronos, los obispos, pueden contratarlos para adoctrinar a los niños en las iglesias. Y pagarles ellos, obviamente.