Aunque Israel es nominalmente una democracia, en realidad
con sus hechos, practica el más duro, terrible y prehistórico fanatismo
religioso.
Porque solo así se puede entender que ante los brutales y
criminales atentados contra sus ciudadanos no se dedique a perseguir, juzgar y
encarcelar a los culpables sino que como si viviéramos en la Edad del Bronce
imponga una "justicia" que convierte a Hammurabi en un avanzado legislador
del siglo XXI, puesto que eso de
castigar a los familiares, amigos y vecinos de los terroristas es una práctica
que sólo se permitía el siempre irascible y egomaníaco Iahvé bíblico.
¿Se imaginan ustedes que en España, México o Argentina destruyéramos
las casas de los familiares de presuntos delincuentes o convictos? ¿Que tú
primo asesina a un vecino en una disputa comunal? ¿Tienes la desgracia que tu
hermano o tu cuñada son traficantes de drogas? Pues nada, al día siguiente
aparece la policía en tu edificio, acordona la zona y deja que una excavadora
destruya el edificio en donde vives, dejando de paso también sin hogar a todos
tus vecinos. Eso sí que es verdadera justicia avanzada del siglo XXI. Y aunque
resulte increíble de reconocer, esta criminal aplicación de la ley del Talión a
los familiares de delincuentes no se encuentra ni en los teocracias islámicas
más retrógradas como Irán o Arabia Saudita.
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