Todo este sórdido asunto de los sacerdotes pederastas granadinos y el encubrimiento por parte de la jerarquía católica hispana sería uno más de los miles y miles de casos que se han destapado en las últimas décadas en todo el mundo si no fuera por la naturaleza de la víctima.
Recapitulemos. Un grupo de sacerdotes, ultramontanos entre los más ultramontanos, se dedica durante décadas a violar a menores de edad con la aquiescencia y hasta el encubrimiento de otros sacerdotes y de la propia jerarquía católica española, que cuando se ve denunciada se dedica a culpar a las propias víctimas. Años después, una de las víctimas decide denunciar los hechos tras pedir consejo al papa Francisco. Aquí la primera sorpresa, después de siglos en donde el encubrimiento de los más terribles pecados y delitos era la norma habitual del Vaticano, el nuevo papa anima a la víctima a denunciar los hechos y pedir justicia.
Pero quizás lo más sorprendente del asunto es que la víctima, lejos de haber renegado de esta iglesia putrefacta, que mientras predica la castidad y la moral se dedica con ahínco a los delitos más perversos, es miembro supernumerario del Opus Dei además de profesor en un colegio religioso de esta secta, una de las más reaccionarias dentro de la ya de por sí opresora cárcel católica.
¿Se imaginan que un superviviente de los campos de exterminio nazi fuera ahora miembro de algún partido neonazi? ¿O que un negro, un gitano o un musulmán apaleados por unos racistas se integraran en el Kukuxklán? Pues ese es el increíble poder que tiene la iglesia católica, que es capaz de destruir de tal manera la capacidad de raciocinio de las personas, que una vez adecuadamente adoctrinadas parece imposible liberarse de su terrible yugo, sean estas víctimas de abusos sexuales, mujeres denigradas por siglos de machismo cristiano o ya puestos esos increíbles homosexuales cristianos. Esto sí que es un síndrome de Estocolmo de libro.
en la ciudad de azul bs as hay una monja que dice llamarse covadonga que esta captandos adeptos para beneficio propio y da la casualidad que las tres chicas de cuatro no tienen vocacion de monja pero tienen una quemada de cabeza tremenda y ademas separadas y peleadas con sus familias
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