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16 de diciembre de 2013

Camino del desastre sanitario y también económico



Dentro de la implacable lógica neoliberal de recortes indiscriminados de servicios públicos en nombre de una supuesta eficiencia económica y presupuestaria que estamos padeciendo en España en la actualidad, hay una medida que muestra palmariamente como ninguna otra esa peligrosa mezcla de criminal estupidez que actualmente dirige los destino del país.

Así hemos sabido recientemente que más de 700.000 ciudadanos que viven en España han perdido ya su tarjeta sanitaria (y my probablemente este número seguirá aumentando) y en la práctica la asistencia sanitaria universal que hasta ahora caracterizaba a nuestra sanidad, y que debería haber sido motivo de orgullo por permitir la integración de esos innumerables desesperados que han llegado a nuestro país en busca de algún tipo de futuro.

Pues bien, dejando aparte el terrible hecho (que ya comenté en su momento) de abandonar en la práctica a su suerte a colectivos enteros de las personas más vulnerables y débiles de la sociedad tanto de origen español como extranjero: inmigrantes, parados de larga duración o jóvenes que no han podido incorporarse al mercado laboral con el consiguiente y constatable hecho de que miles de ellos morirán antes de tiempo (pero claro que más les da a nuestros piadosos gobernantes patrios, ellos con un acto de contrición y tres avemarías solucionan sus problemas de conciencia) es que encima estas supuestas medidas de ahorro sanitario son inoperantes y tanto a corto como a largo plazo implicarán un mayor gasto sanitario para el país.

Porque nuestros cortoplacistas gobernantes son incapaces de entender que los problemas sanitarios son globales y que las soluciones mágicas no existen. Pero claro, que podemos esperar de un ministro de Hacienda como Cristóbal Montoro que esconde su ignorancia e ineptitud bajo su chulesca prepotencia o de nuestra ministra de Sanidad Ana Mato que no se enteraba si en su casa conducían un Seat Panda o un lujoso Jaguar. 

Porque al dejar sin cobertura sanitaria a un individuo por supuesto parece que se ahorra, ya que deja de acudir al médico o de consumir medicinas subvencionadas por el estado. Pero eso sólo es posible si de verdad se expulsa totalmente del sistema sanitario a este individuo, pero claro eso hubiera sido una decisión tan brutalmente inhumana que ni siquiera estos neoliberales han sido capaces de llevarla a cabo. Así que (menos mal) han permitido que los excluidos sanitarios puedan acceder al servicio de emergencias cuando lo necesiten ¿y cuál es el resultado? pues que estos pobres ahora deben ser atendidos siempre en urgencias hospitalarias que no olvidemos es una atención médica mucho más cara que la atención primaria que se realiza en los ambulatorios. Además por supuesto existe el riesgo de que con este aumento de uso de los hospitales el sistema se colapse en su punto más importante, a no ser que se aumenten las dotaciones de estos servicios de urgencias y entonces se generará mucho más gasto que el dinero previamente ahorrado. Vamos como se dice vulgarmente hacer un pan con dos tortas.

Además tal y como denuncian diversas ONGs esta medida está favoreciendo el tráfico de tarjetas sanitarias y quizás pueda convertirse pronto en un lucrativo negocio ilegal más bajo el control del crimen organizado. Sólo hace falta un individuo con tarjeta sanitaria que se preste a "alquilarla" por un módico precio a otros desesperados sin derechos y ya tenemos el negocio, porque el personal de los ambulatorios no está preparado para ejercer de policía.

Pero no se vayan que aún hay más consecuencias negativas de este despropósito sanitario. Como estos personajillos que nos gobiernan son licenciados en económicas, políticas y similares pues claro, de ciencia y medicina saber lo que se dice saber saben menos que nada. Y para que pudieran entender el problema sanitario que están creando deberían haber estudiado (o por lo menos haberse dejado aconsejar por porfesionales) algo sobre microbiología, inmunología o virología y ya de paso un poco de historia de la medicina y salud pública, campos todos ellos inalcanzables para su parco nivel intelectual. Porque aunque probablemente hayan oído alguna cosa sobre el tema, no saben nada sobre patógenos y enfermedades infecciosas. Así cuando cientos de miles de personas pierden su cobertura sanitaria se convierten en un foco ideal para la propagación de enfermedades infecciosas y epidemias, que por supuesto transmitirán al resto de la población de tal manera que muchos ciudadanos que no deberían haberse infectado en las condiciones en donde todo el mundo tenga acceso a la asistencia sanitaria (y por tanto existen medidas para controlar rápidamente las infecciones) acaban enfermando (y por tanto aumentando el gasto sanitario del país) al haberse cruzado con un desposeído en el metro, en la calle o ya para rizar el rizo cuando ese pobre desgraciado inmigrante ilegal va a limpiar la casa o a cuidar a los hijos de esos bienpensantes neoliberales tan preocupados por el gasto sanitario.

Como muestra de este absurdo, cortoplacista e irracional ahorro sanitario que a la larga implica un derroche económico está el ejemplo de la ciudad de Nueva York, en donde en los años 70 se produjo un fuerte recorte en inversión en sanidad y servicios sociales para ahorrar dinero del presupuesto municipal con el resultado de espectaculares aumentos del número de infectados por VIH y tuberculosis y un dramático incremento de la tasa de suicidios, de tal manera que los pocos cientos de millones de dólares ahorrados fueron infinitamente inferiores a lo que posteriormente hubo de gastarse el ayuntamiento en tratar de controlar las epidemias.



P.D.

Un recientísimo estudio publicado en la prestigiosa revista Lancet hoy mismo indica que también en el Sur de Europa los recortes están provocando que los suicidios y los brotes de enfermedades infecciosas sean cada vez más comunes.
 



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