Dentro de la
implacable lógica neoliberal de recortes indiscriminados de servicios públicos en
nombre de una supuesta eficiencia económica y presupuestaria que estamos
padeciendo en España en la actualidad, hay una medida que muestra palmariamente
como ninguna otra esa peligrosa mezcla de criminal estupidez que actualmente
dirige los destino del país.
Así hemos sabido
recientemente que más de 700.000
ciudadanos que viven en España han perdido ya su tarjeta sanitaria (y my
probablemente este número seguirá aumentando) y en la práctica la asistencia
sanitaria universal que hasta ahora caracterizaba a nuestra sanidad, y que
debería haber sido motivo de orgullo por permitir la integración de esos
innumerables desesperados que han llegado a nuestro país en busca de algún tipo
de futuro.
Pues bien, dejando
aparte el terrible hecho (que
ya comenté en su momento) de abandonar en la práctica a su suerte a
colectivos enteros de las personas más vulnerables y débiles de la sociedad tanto
de origen español como extranjero: inmigrantes, parados de larga duración o jóvenes
que no han podido incorporarse al mercado laboral con el consiguiente y constatable
hecho de que miles de ellos morirán antes de tiempo (pero claro que más les da
a nuestros piadosos gobernantes patrios, ellos con un acto de contrición y tres
avemarías solucionan sus problemas de conciencia) es que encima estas supuestas
medidas de ahorro sanitario son inoperantes y tanto a corto como a largo plazo implicarán
un mayor gasto sanitario para el país.
Porque nuestros
cortoplacistas gobernantes son incapaces de entender que los problemas sanitarios
son globales y que las soluciones mágicas no existen. Pero claro, que podemos
esperar de un ministro
de Hacienda como Cristóbal Montoro que esconde su ignorancia e ineptitud
bajo su chulesca prepotencia o de nuestra ministra
de Sanidad Ana Mato que no se enteraba si en su casa conducían un Seat Panda o un lujoso Jaguar.
Porque al dejar sin
cobertura sanitaria a un individuo por supuesto parece que se ahorra, ya que
deja de acudir al médico o de consumir medicinas subvencionadas por el estado.
Pero eso sólo es posible si de verdad se expulsa totalmente del sistema
sanitario a este individuo, pero claro eso hubiera sido una decisión tan
brutalmente inhumana que ni siquiera estos neoliberales han sido capaces de
llevarla a cabo. Así que (menos mal) han permitido que los excluidos sanitarios
puedan acceder al servicio de emergencias cuando lo necesiten ¿y cuál es el
resultado? pues que estos pobres ahora deben ser atendidos siempre en urgencias
hospitalarias que no olvidemos es una atención médica mucho más cara que la
atención primaria que se realiza en los ambulatorios. Además por supuesto existe
el riesgo de que con este aumento de uso de los hospitales el sistema se
colapse en su punto más importante, a no ser que se aumenten las dotaciones de
estos servicios de urgencias y entonces se generará mucho más gasto que el
dinero previamente ahorrado. Vamos como se dice vulgarmente hacer un pan con
dos tortas.
Además tal y como
denuncian diversas ONGs esta medida está favoreciendo el tráfico de tarjetas
sanitarias y quizás pueda convertirse pronto en un lucrativo negocio ilegal más
bajo el control del crimen organizado. Sólo hace falta un individuo con tarjeta
sanitaria que se preste a "alquilarla" por un módico precio a otros
desesperados sin derechos y ya tenemos el negocio, porque el personal de los
ambulatorios no está preparado para ejercer de policía.
Pero no se vayan que
aún hay más consecuencias negativas de este despropósito sanitario. Como estos
personajillos que nos gobiernan son licenciados en económicas, políticas y
similares pues claro, de ciencia y medicina saber lo que se dice saber saben
menos que nada. Y para que pudieran entender el problema sanitario que están
creando deberían haber estudiado (o por lo menos haberse dejado aconsejar por
porfesionales) algo sobre microbiología, inmunología o virología y ya de paso
un poco de historia de la medicina y salud pública, campos todos ellos
inalcanzables para su parco nivel intelectual. Porque aunque probablemente
hayan oído alguna cosa sobre el tema, no saben nada sobre patógenos y
enfermedades infecciosas. Así cuando cientos de miles de personas pierden su
cobertura sanitaria se convierten en un foco ideal para la propagación de
enfermedades infecciosas y epidemias, que por supuesto transmitirán al resto de
la población de tal manera que muchos ciudadanos que no deberían haberse
infectado en las condiciones en donde todo el mundo tenga acceso a la asistencia
sanitaria (y por tanto existen medidas para controlar rápidamente las
infecciones) acaban enfermando (y por tanto aumentando el gasto sanitario del
país) al haberse cruzado con un desposeído en el metro, en la calle o ya para
rizar el rizo cuando ese pobre desgraciado inmigrante ilegal va a limpiar la
casa o a cuidar a los hijos de esos bienpensantes neoliberales tan preocupados
por el gasto sanitario.
Como muestra de este
absurdo, cortoplacista e irracional ahorro sanitario que a la larga implica un
derroche económico está el ejemplo de la
ciudad de Nueva York, en donde en los años 70 se produjo un fuerte recorte
en inversión en sanidad y servicios sociales para ahorrar dinero del
presupuesto municipal con el resultado de espectaculares aumentos del número de
infectados por VIH y tuberculosis y un dramático incremento de la tasa de suicidios,
de tal manera que los pocos cientos de millones de dólares ahorrados fueron
infinitamente inferiores a lo que posteriormente hubo de gastarse el ayuntamiento
en tratar de controlar las epidemias.
P.D.
Un recientísimo
estudio publicado en la prestigiosa revista Lancet hoy mismo indica que también
en el Sur de Europa los recortes están provocando que los suicidios y los
brotes de enfermedades infecciosas sean cada vez más comunes.
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