A estas alturas del siglo XXI es difícil justificar la
función de la monarquía en general y la británica en particular, más allá de un
mero papel folclórico (aderezado de toques kirsch al servicio del turismo y los
documentales de sobremesa) con sus vistosos rituales del cambio de la guardia
de palacio, desfiles con carrozas al estilo de la cenicienta o la solemne
inauguración de eventos varios por parte de una reina encopetada y rodeada de serviles
lacayos como en cualquier cuento de hadas. Pero el anacronismo alcanza su
clímax cuando estos figurantes de postín olvidan su vacua función de opereta e
intentan gobernar al arbitrio de sus limitadas mentes como en épocas no tan pretéritas.
Y el ejemplo más patente de este no entender su nula función
real nos viene del eterno aspirante al trono del Reino Unido y ya anciano
príncipe Carlos de Inglaterra, que lleva más de dos décadas batallando (personalmente
y a través de su fundación)
para que el sistema sanitario británico incluya al ya conocido y variopinto
conjunto de remedios de curanderismo que se agrupa bajo el epígrafe de las mal
llamadas medicinas alternativas. Pues bien, dentro de esta particular cruzada
por el oscurantismo pseudocientífico y paramédico nuestro desocupado príncipe acaba
de ser acusado en Inglaterra de presionar al ministerio de sanidad del Reino
Unido a favor de la homeopatía por haber escrito durante años hasta 27
cartas a los respectivos responsables sanitarios del país para intentar
influenciar las decisiones sanitarias.
Y el problema con todo este asunto es que hasta ahora se han
mantenido en secreto las oscuras maniobras del heredero (imagino que para no
desprestigiarle) a favor de estas terapias chamánicas que además han sido
repetidamente descartadas por irreproducibles, inefectivas y muchas veces
peligrosas por parte del consenso científico y de la comunidad médica mundial tal
y como ha recordado el reputado farmacólogo
del “University College London” David Colquhoun, quien
en medio de esta polémica ha comentado que
“La homeopatía es un disparate. Los remedios homeopáticos no contienen nada en absoluto. Los estadounidenses han gastado dos mil millones de dólares en investigar estas cosas y no han encontrado una sola que funcione"
Así que ya ven que
nos encontramos con un príncipe de los de antes, que piensa que su mayestático
criterio en defensa de las más absurdas pseudociencias está por encima de la
opinión de miles de científicos (plebeyos eso sí) de todo el mundo.
¿Alguna vez uno de estos personajes va a brillar por aportar algo realmente favorable?!!?
ResponderEliminarYo no estoy en contra de la monarquía, vamos, las de ahora cumplen una función social y al final si a un país le compensa mantenerlas ya sea por cultura, costumbre, turismo o ganas, por mi no hay problema. Pero sería interesante que alguno de estos personajes brille por algo más que los escándalos que saltan día sí y día también...
Vengamos a nuestra Monarquía particular, la española. Es evidente que no está en sus mejores horas y ¿la necesitamos?, yo creo que no. Es más, yo creo que es muy perjudicial, me recuerda a "no se os puede dejar solos" de Franco. Es como si los españoles fuésemos menores de edad y necesitásemos un padre, un protector que evite nuestros excesos.
ResponderEliminarEsta sociedad ya es adulta hasta para equivocarse y la Jefatura del Estado debe ostentarla alguien elegido. La República tiene muy malos defensores en este país, más interesados en disgregar la nación para conseguir poder local que en un buen funcionamiento global. La República que yo defiendo es la Federal Alemana que funciona muy bien, no la de Carod Rovira y su visión de campanario.
Por otro lado, y bajando a lo de la homeopatía, ¿qué pinta este señor metiéndose en eso? ¿Qué trayectoria académica le avala en ese debate? Ser príncipe tiene que ser muy aburrido. Espero que no se le declare una enfermedad grave porque tengo la sensación de que saldrá pitando hacia el centro más avanzado del mundo en esa patología, no creo que se acerque a la parafarmacia de la esquina a por gotas homeopáticas.
Un saludo
¿Qué queréis? La familia real británica sigue confiando desde hace siglos en la famosa "agua con alquitrán" del señor Berkeley, supuesta panacea que cura todo lo curable: hasta el sida curaría si hubiese existido por entonces.
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