La delegación del gobierno ha vuelto a decidir un año más, escenificado
el poder de la dictadura católica española sobre la propia democracia, que los
ateos no podremos manifestarnos en Madrid contra el fanatismo, la
superstición, el oscurantismo y la discriminación que encarna la iglesia
católica. Es totalmente vergonzoso que año tras año en este país el único
colectivo civil que no puede expresar libremente sus ideas en la calle dentro
de una manifestación pacífica es curiosamente el que defiende la racionalidad
frente a la superstición.
Así que un año más, habrá que dejar todas la calles de
nuestras ciudades y pueblos libres para que ignorantes nazarenos puedan
arrastrar sus cadenas y azotarse inmisericordemente en nombre de un diosecillo
cruel y celoso, mientras siguen sumisos e idiotizados el paso de morbosas representaciones
de la tortura de un judío analfabeto y enfermo mental que se creía el hijo de
una paloma extraterrestre, en una muestra totalmente absurda de irracionalidad y
fanatismo religioso más propios del tenebroso Medievo que del desarrollado
siglo XXI en el que vivimos actualmente.
P.D.
Y todo ello encima que llueve en muchas procesiones de la
Semana Santa. Pues parece que dios no es cristiano o no le gustan
las procesiones. ¿Anda que si es Alá o Visnú o Zeus? Menudo chasco.
Ni siglo XXI, ni leches: este demencial sarao es impresentable en cualquier momento histórico que se lo sitúe. Todo ese amasijo de trapos, ceras, bisutería y maderos chorreando ketchup; todo ese alucinante afán por cargar con los símbolos del opresor y llevarlo en volandas cual si de un tesoro se tratara... Atónito ante semejante espectáculo, deleznable y humillante, uno se pregunta: ¡Pero, qué es lo que está pasando!
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