Existe un antiguo y persistente debate sobre si es posible
que un buen científico sea a la vez un piadoso creyente. Y en general todos los
estudios realizados hasta la fecha, y que resumí en una
entrada previa, muestran una marcada tendencia hacia el ateísmo dentro del
colectivo científico que es tanto más acusada cuanto más prestigioso es el
investigador. Y por supuesto como en toda faceta humana, existen
excepciones. Así por ejemplo, dentro de
la Academia de Ciencias de EEUU, que representa la élite científica de los EEUU
y con bastante probabilidad es representativa del resto del conjunto de los más
prestigiosos investigadores del mundo, todavía se mantiene un marginal 7% de
sus miembros que se consideran individuos religiosos ya que defienden la creencia
en un dios personal que escruta, se preocupa y castiga a los primates que
habitamos en este planeta. Pues bien uno de estos científicos rara avis en vías de extinción ha sido
entrevistado recientemente por la web
EsMateria y la verdad es que sus comentarios no tienen desperdicio. Se
trata del microbiólogo suizo Werner
Arber, que fue galardonado en 1978 con el Premio Nobel por sus estudios
sobre las enzimas de restricción y que en la actualidad preside la Academia Pontificia
de las Ciencias, el dorado retiro de aquellos investigadores que han abjurado
del mismo método científico que les encumbró a la fama y a la historia y que se han doblegado a las absurdas locuras
inventadas por unos ignorantes pastores de cabras que vivieron durante la Edad
del Bronce en los ardientes roquedales de la Judea abrasada por el sol del desierto.
Así ante la pregunta del periodista de si piensa que una persona que crea en dios puede ser un buen científico, nuestro entrevistado responde:
Así ante la pregunta del periodista de si piensa que una persona que crea en dios puede ser un buen científico, nuestro entrevistado responde:
"Sí. Y conozco mucha gente que lo hace. Otros se declaran agnósticos. Pero eso también es una creencia, no hay pruebas de que Dios no exista. Científicamente no se ha podido probar si Dios existe o no. No creer en Dios es también una creencia."
¿Ven ustedes como les comentaba que este tipo
de personas hace tiempo que han dejado de ser científicos para convertirse en
miembros sumisos del rebaño religioso? ¿Qué es eso de que no creer en el dios
de los pastores de ovejas palestinos es una creencia? porque no nos
equivoquemos, este piadoso científico no tiene ninguna duda de la inexistencia
de Thor, Viracocha, Afrodita o Ganesha por poner sólo unos ejemplos de los
miles de dioses inventados por la ociosa locura humana. ¿Desde cuando pensar
que elfos, Blancanieves, trasgos, Superman y hadas son sólo productos de los
desvaríos de personas con mucha imaginación y poca sesera es una creencia? Tampoco hay pruebas
de que el señor Arber no sea la reencarnación de Moisés o Buda y no por ello
nadie medianamente racional pierde más de un segundo de su vida en pensar en
esta absurda afirmación.
Y a continuación tras la pregunta
de si alguna vez ha sentido que la postura de la iglesia
católica chocaba con sus propias visiones de la ciencia nuestro laureado científico pasa a justificar
sin pudor ni vergüenza alguna la pobre cosmovisión judeocristiana con las
siguientes palabras:
"De hecho yo he leído de forma crítica el Antiguo Testamento para ver lo que dice sobre el comienzo de la vida, en el Génesis. Si lo lees, verás que hay periodos de tiempo. Un día no significa 24 horas, sino periodos de tiempo. Dice que el planeta Tierra fue le primero en aparecer y después la luz, es decir, el sol. Científicamente es totalmente incorrecto. Pero es una visión entendible en un tiempo en el que no había astronomía. La vida no empieza con bacterias en el Génesis, pero sí aparecen primero las plantas, luego los animales y al final los seres humanos. Ese es un proceso escalonado que no encaja con la visión de que nada cambió desde la creación. Además el Génesis describe físicamente a los descendientes de Adán y Eva, y cada uno tiene características específicas, cada uno es diferente del otro. Caín y Abel, dos hermanos, eran totalmente diferentes el uno del otro. Esto quiere decir que los que escribieron el Génesis sabían de la existencia de diferentes fenotipos. Y ahora sabemos que esos fenotipos se deben a que la información genética es diferente. ¡Está todo ahí!"
Y ante la incredulidad del periodista (imagino su cara de
estupor) que se ve en la obligación de preguntarle a continuación directamente
si el Génesis es científicamente consistente por si el entrevistado quiere
matizar sus anteriores y disparatadas afirmaciones, el Dr. Arber contesta con
un lacónico, tajante pero también terrible
"Sí. Totalmente"
Qué pena, un brillante científico arrastrado, no sé si por
la senilidad o por el fanatismo religioso, al más oscuro pozo de
irracionalidad. A la vista del comportamiento de este y otros
laureados envueltos en supersticiones varias, pienso que lo mejor que
quizás podrían hacer los galardonados con el premio Nobel sería morirse tras el
discurso de aceptación del premio en la sala de conciertos de Estocolmo, así
únicamente nos quedaría el recuerdo de sus grandes logros científicos y no sus
posteriores miserias intelectuales.
P.D:
Y sin embargo el también Premio Nobel Harold Kroto define en este viejo video muy claramente a este tipo de "científicos":
Ese argumento lo he escuchado cientos de veces. Qué tiéne que ver que sea una creencia? Yo puedo salir con paraguas porque creo en el pronostico del tiempo y bno por eso creer en dios.
ResponderEliminarEs un argumento maniqueo justamente utilizado por quienes enviaron a los maniqueos a la hoguera.
Cuando a mi me han preguntado si creo en Satanás o fuerzas diabolicas siempre he respondido que como no creo en Dios tampoco he de creer en Satanás.
Saludos
Tus comentarios en mi Blog habían ido a parar al Spam, los he repuesto
te pongo aquí el enlace del Blog porque no funciona de otra forma
http://yahel.wordpress.com/
Augusto
El aceptar el Génesis como un relato literal, frente a las pruebas que lo vuelven inaplicable, sí se puede considerar un atentado contra el espíritu crítico y el método científico.
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