A lo largo de múltiples
entradas de este blog he venido desarrollando la hipótesis de que los
auténticos practicantes de la religión, esos que creen fanáticamente y sin
fisuras en la verdad revelada por su diosecillo particular (sea éste cualquiera
de los miles que han sido inventados a lo largo de la ya larga historia de
nuestra especie) se encuentran imposibilitados para vivir con normalidad en
cualquier sociedad medianamente avanzada. Sin embargo parece ser que esta
incapacidad también se extiende a cualquier persona que viva bajo el influjo de
la superstición en cualquiera de sus múltiples variantes.
En los últimos años el Centro
de Control de Enfermedades estadounidense ha llevado a cabo una campaña
informativa para promover la vacunación contra la gripe en todos los segmentos
de edad ya que diversos estudios epidemiológicos han mostrado que el número
de muertes asociadas a esta enfermedad en EEUU oscila anualmente entre un
mínimo de unas 3.000 personas hasta cerca de 49.000 decesos con las epidemias más agresivas. Esta campaña ha sido especialmente implementada entre el
personal sanitario para evitar contagios hacia enfermos hospitalizados. Después
de estos años diversos hospitales emitieron normas de vacunación obligatoria
para personal sanitario sobre todo para aquellos que están en contacto con los
enfermos más vulnerables (niños, ancianos, pacientes en cuidados intensivos,
etc). Pues bien, diversas enfermeras han alegado motivos religiosos o
filosóficos para negarse a esta vacunación. Además de algunas enfermeras
cristianas (no se que narices tiene en contra de la vacunación el
diosecillo de los pastores judíos), al menos otra
con "creencias espirituales" que piensa que
“no debe introducirse toxinas en su cuerpo”
ha sido despedida por su recalcitrante actitud. Además
cuando a esta enfermera se le dio la opción de llevar una mascarilla en lugar
de vacunarse para disminuir el riesgo del contagio hacia los pacientes, la
interfecta se negó rotundamente alegando que ello era como llevar la famosa “letra
escarlata”, un símbolo de escarnio y persecución. ¿Ven la ignorante y
cerrada visión de esta “espiritual” enfermera? Una persona con preparación
profesional, que debería entender la problemática de las infecciones
nosocomiales y conocer tanto la teoría como la práctica de la vacunación,
se aferra por el contrario a una visión
pseudomística e irracional (inventada por neohippies que no entienden nada
de inmunología, microbiología, parasitología, virología o ya puestos de la más
mínima buena praxis sanitaria), poniendo en peligro la salud de los pacientes a
los que está obligada a dar el mejor tratamiento posible. No me digan que no es
para indignarse.
P.D.
Leo en blog Magonia
que el gobierno australiano obliga desde el año pasado a pagar más impuestos a
los padres que se nieguen a vacunar a sus hijos. Yo en cambio pienso que es
irresponsable mantener a unos indefensos niños bajo la custodia de quien tan
negligentemente juega con la salud y muchas veces con la propia vida de sus
vástagos.
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