Multitud de corifeos y voceros de la ultraderecha
nacionalcatólica española (un ejemplo puede leerse en diario
Crítico) han intentado justificar la utilización de imaginería religiosa en
felicitaciones de Navidad oficiales por parte de nuestros cristianos gobernantes
del Partido Popular. Lo que no entienden (o más bien intentan esconder) todos
estos torticeros columnistas es que los ateos protestamos porque con el dinero
público DE TODOS, nuestros gobernantes santurrones y meapilas hacen un
descarado proselitismo de su arcaica, antidemocrática y discriminadora religión
católica. Si nuestros ministros alucinados quieren felicitar la Navidad con
escenas de Belén o ya puestos del Gran Espagueti Volador allá ellos, pero que
lo hagan pagándolo de su propio bolsillo y no con cargo al erario público que
sufragamos el conjunto de los ciudadanos sean estos cristianos, musulmanes,
budistas o ateos que también poblamos este singular país.
Además, muchos de estos cristianos creadores de opinión han
utilizado el ya viejo y gastado argumento de que la ostentación de su religión (y
por supuesto sólo de su religión) es tradición y cultura. Falaz argumento donde
los haya y que únicamente sirve para esconder y justificar sus omnipresentes privilegios
financiados con cargo a la hacienda pública. Lo que por supuesto olvidan estos
interesados columnistas es que, porque algo haya sido históricamente permitido
no por ello se convierte automaticamente en adecuado, y sobre todo no lo sanciona como algo
democrático. Porque para diversos colectivos del mundo también es tradición y cultura
mutilar
genitalmente a las niñas y casarlas con viejos desdentados poseedores de
rebaños de cabras, matar a niños
acusados de brujería, lapidar
a homosexuales y adúlteras, asesinar a hijos enfermos impidiendo a los
médicos realizar impías
transfusiones sanguíneas, etc. Y por suerte, en todas las democracias están
prohibidas y se persiguen estas “tradicionales” barbaridades.
Así que el privilegio de que (con los impuestos de todos) se
financie el adoctrinamiento de la infancia en zarzas ardientes, serpientes
parlanchinas o diluvios universales, se pague la construcción de inmensos templos
ostentosos y recargados de oro y riquezas (habitados por miles de parásitos
sotanados) para mayor gloria del hijo de un carpintero judío pobre de
solemnidad, se estigmatize al diferente (lesbianas, parejas de hecho, homosexuales,
divorciados, madres solteras, transexuales, etc), se justifique la represión
sexual y el miedo al placer o se permita la discriminación de la mujer debería
ser a día de hoy del todo intolerable en un régimen que quisiera denominarse
democrático por mucho que la santa madre iglesia católica y sus medios de
comunicación afines intenten convencernos de lo contrario.
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