A lo largo de estos años de redacción del blog,
diversos creyentes en las innumerables supersticiones (sean éstas de tipo
religioso, paranormal o pseudocientífico) que anidan en la mente del ser humano
han contestado a mis escritos. Algunos de ellos para descalificar mis escritos,
unos pocos para insultarme directamente por mi blasfema impiedad y otros muchos
para mostrar su indignación por mis opiniones y hacerme saber de paso que sus
creencias y los sentimientos que albergan hacia ellas estaban (según su
particular, sesgado y totalmente errado criterio) por encima de mi libertad de
expresión. Salvo con los insultos directos, he intentado contestar y razonar
con estos oponentes y hacerles ver los evidentes fallos de sus deficientes reflexiones.
Pero también me he encontrado con un nuevo tipo bastante particular de
oponentes, que yo llamo los “pseudocientíficos filosóficos”, que además parecen
estar proliferando en los últimos tiempos. Imagino que porque la defensa
clásica de la superstición ha llegado a su máximo techo y necesitan
contraatacar de alguna manera a la ya famosa argumentación resumida muy
claramente por Carl Sagan de que
“Afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencias extraordinarias que las sustenten”
Así que imagino que pensando que
la mejor defensa es un buen ataque algunos de estos grupos han desarrollado
esta “Pseudociencia Filosófica” que consiste básicamente en tres sencillos principios:
El primero consiste en recubrir
bajo una “terminología científica” lo que simplemente es superstición. El
exponente más claro de este comportamiento es el por todos conocido y mal
llamado “creacionismo científico” o diseño
inteligente.
Se “buscan” pruebas de la intervención divina en la naturaleza o en los
supuestos textos sagrados revelados por la deidad judeocristiana (para ver una
extensa y contundente refutación de los supuestos “hechos
científicos” corroborados por la Biblia el blog La
ciencia y sus demonios dedicó toda una serie completa de 9 entradas)
y por supuesto sin realizar ningún estudio científico, se afirma categóricamente
que la ciencia ha corroborado la superstición tratada. Un ejemplo llamativo por
lo ridículo es el blog Creacionismo especial
en el que se defiende el Génesis al completo, incluida
una vuelta al más estricto geocentrismo bíblico con
supuestos gráficos, diagramas y un desarrollo pseudomatemático-físico de
disparatadas ecuaciones sin sentido que nos "demuestran" que la
Tierra es el centro inmóvil del Universo. Ahí es nada.
El segundo consiste en el sesgo más absoluto a la hora de evaluar
las pruebas a favor y en contra de sus argumentos, es decir la aplicación más
estricta posible de la coloquial y famosa ley del embudo
“Lo ancho para uno/lo estrecho para los demás”
Cuyo ejemplo más claro junto con los creacionistas son los negacionistas del
SIDA, éstos últimos con los que he tenido que lidiar últimamente en un
larguísimo cruce de argumentaciones y contraargumentaciones en una entrada
previa.
Así mientras cualquier remota coincidencia entre sus teorías y los
hechos les sirve de base irrefutable para demostrar la verdad de sus creencias aunque
existan infinidad de datos, experimentos o estudios contrarios a sus tesis, en
cambio cuando estos individuos analizan la literatura científica contraria a
sus argumentaciones se convierten rápidamente en los más firmes y extremistas
defensores de la integridad del método científico y de la ciencia en general.
Así en el ejemplo del SIDA argumentan que el VIH no existe y que la
inmunodepresión ligada al virus es un conjunto de decenas de enfermedades
diferentes que se curan básicamente con vida sana y relajada, alimentación
natural y tratamientos de “medicina” alternativa. ¿Sus pruebas? No esperen
ningún experimento realizado por ellos puesto que no se degradan a tal bajeza
experimental. Simplemente argumentan que, como en los trabajos originales de
Gallo o Montagnier no se purificó al 100% el virus, entonces el VIH no existe.
No entienden de grados de pureza porque probablemente nunca han estudiado o se
les ha olvidado completamente la química del bachillerato elemental, en donde
lo primero que se enseña es que se puede trabajar con reactivos de distinto
grado de pureza y que la pureza absoluta no existe. Si el prospecto de un
método de detección del virus o en un estudio posterior se indica que a veces
aparecen falsos positivos (por cierto, como en todo criterio humano de
identificación), ello se convierte en otra prueba adicional de la no existencia
del virus. Como ven una transliteración casi exacta del pecado original
cristiano a la ciencia. Si algo no es perfecto, es que mi teoría aunque no tenga
ningún apoyo experimental, es verdadera. No importa cuántas otras pruebas
existan a favor de la existencia del virus y de la enfermedad, todo es erróneo
en su sesgada argumentación de fondo.
Inciso, esta argumentación “purista y perfeccionista” es similar
en ignorancia y absurdez a la de un alucinado que intentara convencernos a día
de hoy de que la aviación no es factible y que los aviones no existen porque
dice haber encontrado que el vuelo original de los hermanos Wright en Carolina
del Norte en 1903 duró menos de lo que cuentan las crónicas históricas, o que
el avión fue ayudado por una repentina racha de viento en su desplazamiento, o
que un historiador acaba de descubrir que los intrépidos inventores no era
hermanos.
Y la tercer argumentación compartida por creacionistas,
negacionistas del SIDA y activistas antivacunación entre otros "disidentes"
de la ciencia es apelar a los conceptos de libertad de expresión y debate para
difundir todas las opiniones y puntos de vista sobre el tema en cuestión por
muy disparatados que estos sean, mediante la errónea e interesada aplicación de
los derechos políticos y el concepto de democracia a la ciencia. Y es que esta
apelación además de tergiversadora es absolutamente errónea. Cuando se va
construir un puente no se forma una comisión democrática encargada de decidir
si el puente se va fabricar en acero y hormigón o si se elige la solución de
los incas de hacerlo trenzando manualmente fibras vegetales (por cierto una
solución totalmente ecológica), tampoco se vota democráticamente cuánto
hormigón se va necesitar en la construcción. Simplemente se contrata a
profesionales expertos: geólogos que estudien la consistencia del terreno e ingenieros
que diseñen una estructura sólida a prueba de terremotos. Tampoco se escuchan,
valoran y se votan todas las opiniones de los pasajeros cuando encontrándose en
un avión, uno de los motores falla y hay que decidir hacia dónde y cómo
continuar o si por el contrario hay que hacer un aterrizaje de emergencia. Son
los pilotos los que sin consultar con el pasaje toman las decisiones que
consideran más factibles en ese momento. Por supuesto el cirujano tampoco pide
consejo al enfermo o familiares sobre que arteria coser o cual va ser el tamaño
del pedazo de órgano que va a extirpar para asegurarse que está eliminando de
forma correcta el tejido tumoral. Entonces ¿porqué en asuntos muchísimo más
importantes y que afectan a la salud y a la vida de cientos de millones de
personas y en donde decisiones erróneas (basadas en creencias), que nos pueden
retrotraer a épocas no tan lejanas en donde éramos pasto de terribles epidemias,
hay que abrir debates en los que se permitan todos los puntos de vista? Porque
no nos engañemos, cuando neohippies en
conexión mística con la naturaleza argumentan que, ellos no vacunan a sus hijos
porque no creen en las infecciones y no quieren introducir en los cuerpos de
sus pequeños sustancias artificiales, que además no son necesarias (según el
experto consejo de chamanes y gurus) porque una vida sana y tranquila, junto
con una alimentación natural a base de zumos y verduras les va a mantener sin
enfermedades hasta la vejez, están no sólo poniendo en peligro a su
descendencia sino que si el ejemplo cunde y otros siguen su demente consejo,
enfermedades hoy prácticamente eliminadas volverán rápidamente a matar a miles
de niños como en épocas no tan lejanas. Lo mismo ocurre con los negacionistas
del SIDA, si de verdad el VIH no existe y la enfermedad es una descompensación
del propio cuerpo ¿qué necesidad hay de tomar los antiretrovirales y ponerse el
preservativo? Y así aparece el consiguiente riesgo de que los cientos de miles
de infectados del primer mundo, que actualmente llevan vidas bastante normales
con la adecuada medicación, abandonen los tratamientos y empiecen a morir como
en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado. O ya puestos, ¿para que va a
invertir un país del tercer mundo parte de sus escasos recursos económicos en
comprar los todavía caros tratamientos antiretrovirales si el VIH no existe?
Pues menudo ahorro que consigo, pensará el siempre preocupado ministro de
economía del paupérrimo país. Y claro, luego pasa como en Sudáfrica tal y como
comenté en una entrada
previa, que cuando el presidente Mbeki fue convencido por las teorías de
los negacionistas y dejó de comprar los antiretrovirales, más
de 300.000 sudafricanos pagaron su ignorante locura muriendo de forma prematura
y más de 30.000 niños nacieron con el virus por falta de medicación contra
el SIDA, siendo todavía en la actualidad el país con mayor número de muertes
anuales por esta terrible pandemia.
En Pijamasurf dejaste un comentario y me pareció muy interesante. Veo que tu blog es bastante completo y profundizas mucho en los temas que tocas. Si pudieras explicar a detalle tu comentario sería de gran ayuda para mi. Es un tema que me intriga enormemente y no comprendo bien si aludes a que estar "colocado" sirve para algo positivo o a que estar colocado no sirva para nada bueno.
ResponderEliminarOtra duda es respecto a la definición de "conciencia" y la idea de "alteración".
Que podrías definir por "conciencia" y como opera la noción de "alteración" en el marco de su definición.
Gracias por compartir tus ideas.
Acá está tu comentario:
"Está claro que los psicotrópicos alteran la conciencia, otra cosa es que estár “colocado” sirva para algo positivo. diario-de-un-ateo.blogspot.com"
http://pijamasurf.com/2012/12/russel-brand-y-daniel-pinchbeck-hablan-sobre-las-virtudes-del-dmt-y-la-ayahuasca-en-un-programa-de-tv-de-fox/