La religión en general y sobre todo cuanto más dogmática
ésta sea tiende a controlar todas las facetas de la vida del acólito,
imbuyéndole de un conjunto de certezas inamovibles e inquebrantables
supuestamente reveladas por la omnipotente y omnisciente divinidad de turno.
Así no es raro encontrar (sobre todo en EEUU) multitud de fieles
inquebrantablemente adheridos a las consignas irracionales de esos tan famosos
telepredicadores que lo mismo curan en vivo y en directo un cáncer o el SIDA,
que expulsan demonios de los cuerpos de los poseídos por el maligno o que se
comunican con los familiares fallecidos de los asistentes a estos eventos
religiosos. Y a la vista del nivel de dogmatismo bíblico desarrollado por el electorado
ultrareligioso protestante, la ciencia se ha convertido en uno de sus principales
enemigos, hasta tal punto que han conseguido que el Partido
Republicano estadounidense se posicione de forma casi unánime contra la misma.
Por ello me ha sorprendido profundamente una encuesta
realizada en EEUU sobre la percepción de la población general norteamericana de
la ciencia y los científicos. La encuesta es bastante amplia por lo que iré
desgranando a lo largo de las siguientes entradas los datos más llamativos,
pero ahora únicamente me voy a centrar en una de las cuestiones planteadas que
consistió en la pregunta de
“¿Cuánto contribuyen los científicos al bienestar de la sociedad?”A los encuestados se les preguntó además sobre dos de los temas candentes en el actual enfrentamiento ciencia-religión en EEUU a saber, evolucionismo y cambio climático. Hay que resaltar que mientras existe un amplísimo consenso de la comunidad científica de que ambos temas científicos han sido definitivamente demostrados, la derecha religiosa estadounidense los presenta como teorías sin fundamento científico manipuladas por ateos y liberales (en el peor sentido de la palabra que ésta tiene en Norteamérica). Además a los ciudadanos se les preguntó sobre su visión personal de si este enfrentamiento chocaba con sus creencias personales. Los resultados que resumo en la siguiente tabla
muestran como era de esperar que aquellas personas que
aceptaban la visión evolucionista sobre la vida, que asumían que el cambio
climático es debido a la acción humana y que no encontraban conflicto entre sus
creencias personales y la ciencia consideraron abrumadoramente que los
científicos eran muy o bastante responsables del aumento del bienestar de la
sociedad.
La sorpresa viene cuando se analizan la respuestas de los
llamados literalistas bíblicos, aquellas personas que no admiten la evolución
porque piensan que un dios creador insufló la vida terrestre tal y como la
conocemos, puesto que ellos también reconocieron el papel fundamental de la
ciencia al bienestar social. El mismo
grado de aceptación se obtiene cuando se pregunta a los negacionistas del
cambio climático. Es decir ambos grupos (que probablemente comparten muchos de
sus miembros) no aceptan cuestiones fundamentales de la ciencia (evolución) o
consideran que los miles de científicos del panel
intergubernamental sobre el cambio climático se equivocan o peor que
manipulan los datos y sin embargo consideran que la ciencia y los científicos
son fundamentales en el desarrollo humano. No me digan que no es un
comportamiento claramente esquizofrénico. Además, aquellas personas que
consideran que la ciencia no sólo está en conflicto con la religión en general sino
que chocan con sus propias creencias personales también reconocieron de forma
mayoritaria el papel de los científicos. Al final estos datos no sé si abren
una puerta a la esperanza, ya que parece que a pesar del fuerte adoctrinamiento
religioso no todo está perdido y quedan rescoldos de raciocinio en las mentes
infectadas por el virus de la fe o si por el contrario como comentaba en alguna
entrada
anterior, estos individuos adocenados son capaces de separar diferentes
conceptos científicos, seleccionando únicamente aquellas partes de la Ciencia
que les son útiles de aquellas que chocan frontalmente con sus dogmáticas
creencias y así poder vivir en el país de las maravillas, en donde todo es posible: el
cáncer te lo puede curar tanto un médico como un extraterrestre barbado según
quien esté más disponible en cada momento.
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