Absurdas y alucinadas declaraciones de la alcaldesa de Madrid Ana Botella

Siguiendo la ya rancia e inconstitucional costumbre de idiocia y confusión mental de nuestros políticos, la actual alcaldesa de Madrid y legionaria de Cristo, Ana Botella ha pedido trabajo para todos los españoles al patrón de la ciudad San Isidro. Pues ya me quedo más tranquilo, con este tipo de acciones esta crisis se va a terminar inmediatamente puesto que cuando entran en juego los poderes supraterrenales católicos todos sabemos que el asunto está arreglado. Sobre todo con San Isidro Labrador, que mientras oraba unos ángeles trabajaban por él y araban los campos en donde era aparcero. Así que creo que todos los madrileños tendríamos que seguir los benditos consejos de nuestra piadosa alcaldesa (que ella sabe mucho de religión) y a partir de mañana deberíamos dejar de ir a trabajar y en su lugar nos obligaríamos a rezar y asunto arreglado, fuera crisis económica. Y como en muchos lugares de la geografía española e incluso en diferentes países latinoamericanos se le tiene generosa devoción a este santo, pues todos a invocar su divina acción y así nos dejábamos de zarandajas varias como trabajar y esforzarse que ya se sabe que son acciones sugeridas por el maligno en su infinita maldad. Caritativa oración es lo que necesita este mundo para solventar todos sus problemas.

En serio, ¿como en pleno siglo XXI puede haber alguien tan zoquete como nuestra alcaldesa? Aunque claro tampoco es cuestión de pedir peras al olmo ya que ¿que se puede esperar de una seguidora incondicional de Marcial Maciel, un depredador sexual de amplio espectro que fue acusado de múltiples delitos como pederastia, abuso de seminaristas y que hasta practicó el incesto con sus propios hijos?¿esta señora se ha enterado que España es un estado aconfesional en donde ella debe callarse para sí misma sus prehistóricas y dementes creencias y no hacernos perder el tiempo oyendo semejante sarta de sandeces?

Y por supuesto para terminar, esta prepotente meapilas entiende que las únicas manifestaciones que se deben permitir son las de los adocenados católicos, en defensa de sus arcaicas y antidemocráticas creencias. Cualquier protesta en defensa de la democracia o los derechos sociales y económicos de los más desfavorecidos o de los trabajadores, para ella y sus correligionarios son simple acciones de guerrilla urbana que deben ser perseguidas por las fuerzas del orden.