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13 de febrero de 2012

¿De verdad los europeos más religiosos son también más felices? o como se manipula la ciencia


Diversas web católicas han hecho referencia a un estudio científico en el que se estudiaba la posible relación entre fe religiosa y felicidad. Y en él parece concluirse que las personas religiosas son más felices que las no religiosas. He buscado el artículo original y lo he encontrado en la web de la Universidad de Navarra. El artículo está firmado por un profesor de la facultad de economía y no se especifica en que revista ha sido publicado. Indagando, el artículo aparece en el CV del mencionado profesor en su propia web pero redirige no a una revista científica sino a un artículo de una web llamada MercatorNet que aunque intenta no definirse claramente sí que indica que está en contra del relativismo, el cientifismo y el materialismo. ¿Les va sonando de algo? Un profesor de la Universidad del Opus Dei escribe un trabajo que no publica en ninguna revista científica y que es rápidamente publicitado como un estudio científico en el que relaciona religiosidad y felicidad. ¿No les parece algo sospechoso? Lo primero es que si no está publicado, hablar de estudio científico es (cuando menos y por decirlo de forma diplomática) prematuro. Lo segundo es que en ciencia lo primero es la imparcialidad y para evitar abusos y sesgos más o menos intencionados todo trabajo científico pasa un escrutinio en el que los autores deben declarar los denominados “conflictos de intereses”. Ello consiste en obligar a los autores de los trabajos de investigación a explicitar en sus informes  todo vínculo que pudieran mantener con cualquier entidad interesada o beneficiada de cualquier manera por el estudio en cuestión. Un caso normal es que si un investigador presenta un estudio en el que demuestra que una determinada sustancia actúa como medicamento contra una enfermedad deberá indicar si este trabajo ha sido financiado o ha estado sujeto a cualquier tipo de control por parte de una empresa interesada en la comercialización del producto. Ello en principio no demuestra mala praxis científica pero pone en contexto los datos presentados hasta que otros investigadores confirmen los resultados y sirve de control. Pues bien, conozco pocos casos más evidentes de conflicto de intereses que el tratado en esta columna. El investigador recibe su salario de una entidad directamente beneficiada por el estudio que para más inri no ha sido publicado y por tanto sujeto a los controles de calidad habituales en las revistas científicas. Sospechoso a más no poder.
Pero bueno, entremos en el propio estudio. Lo primero es que presentan una tabla comparando por países los datos de felicidad frente a diversos parámetros religiosos. He sacado directamente la tabla del estudio y simplemente he ordenado los países por grado de felicidad para que la comparación sea más sencilla:

Como se puede observar no parece que exista correlación alguna entre estos parámetros religiosos y el grado de felicidad ya que tanto entre los países más felices como entre los más infelices aparecen diversos grados de religiosidad. Pero para estar seguros de esta falta de correlación lo mejor es comparar una a una las variables en gráficas de este tipo. Únicamente volver a recordar que sólo he representado los datos  de la tabla de dos en dos sin añadir o quitar nada:



Como se observa en todos los casos los datos se agrupan en forma de nube aleatoria sin ninguna correlación directa o inversa entre las diversas variables confirmando la apreciación inicial de falta de relación.  Después pasan a diseccionar el grado de felicidad frente a cada religión en la siguiente tabla

Y sorprendentemente concluyen que 
 "Protestants, other Christian religions and Roman Catholics report higher happiness levels whereas Orthodox and Eastern religions report the lowest."
¿Eh??? En una escala de 10 que la diferencia entre los más felices y los menos sea de alrededor de un punto es prácticamente despreciable. Si para los autores, los protestantes (7,83) y los católicos (7,2) son altamente felices decir que los ortodoxos (6,28) y los practicantes en religiones orientales (7,52) tiene menor grado de felicidad me recuerda al viejo y famoso chiste del oeste en el que un soldado de un fuerte norteamericano le pregunta a otro al ver venir a un numeroso grupo de indios que cuantos cree que son, a lo que el segundo soldado le responde: 1003. Sorprendido el primer soldado, le pregunta por tamaña exactitud en su apreciación. Y el segundo soldado ni corto ni perezoso le explica con desparpajo “pues muy fácil, ves esos tres indios que vienen primero pues si los sumas a los mil que viene por detrás verás que hacen un total de 1003”. Pues eso mismo parece que le ha pasado a nuestro insigne economista. Por supuesto como son de una universidad del Opus, no cometan que según sus criterios los no creyentes (7,27) son tanto o más felices que los católicos. Pero claro eso sería anatema y motivo de inmediata expulsión del paraíso católico navarro.
Más estrechas e insignificantes son las supuestas diferencias cuando comparan el grado de religiosidad con la felicidad declarada ya que oscilan en valores de dos décimas y los muy (7,28) y los nada religiosos (7,24) muestran prácticamente el mismo valor.


Igualmente cuando comparan grado de felicidad y asistencia a actos religiosos las diferencias si es que existen, son marginales

 Y finalmente lo mismo cuando se estudia la frecuencia en el rezo, siendo aquí los más felices los que nunca o casi nunca rezan

En resumen, todo esto es una muestra de tergiversación interesada y descarada manipulación de unos resultados absolutamente inconclusivos y que definen claramente el rigor intelectual de los autores, la universidad católica que los contrata y los medios de propaganda afines que difunden sus falsedades haciéndolas pasar por un estudio científico riguroso.

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