Para nuestro insigne de ministro de Educación, José Ignacio Wert, que los investigadores españoles tengan
que salir del país para
ejercer no es algo "negativo". Qué bonita mentira. La mayoría de
nuestros científicos no salen del país, llevan décadas abandonándolo sin poder
volver. La asombrosa realidad es que nuestro país, con uno de los presupuestos
en I+D per cápita más bajos de todo el mundo desarrollado se dedica a formar
licenciados universitarios en universidades mantenidas por el erario público. Posteriormente
los mejores y más brillantes aprenden a ser científicos en un laboratorio de
investigación (también sostenido vía presupuestos generales del estado)
mientras realizan su tesis doctoral con mayor o menor fortuna. Y en este punto
o tras un breve periodo postdoctoral en otro laboratorio, la mayoría marchan al
extranjero. Si tras un periodo de perfeccionamiento de unos pocos años pudieran
volver a España a implementar los conocimientos adquiridos sería una estupenda
estrategia, pero la realidad indica que la mayoría de los que se marchan ya no
vuelven nunca. ¿Para qué? ¿Para pelear por una plaza de investigador, cuando
salga una con un perfil adecuado a su curriculum y conseguirla con los 40 años
bien cumplidos? Porque esa es la media de edad de los investigadores que se
estabilizan en nuestro sistema científico.
La cruda realidad es que el estado español se gasta alrededor de 100.000
euros para formar un científico (enseñanza completa hasta la licenciatura,
cursos de doctorado o ahora máster, beca o contrato predoctoral principalmente
más la incuantificable labor de los directores de tesis) que mayoritariamente
pasará a formar parte del sistema científico estadounidense. ¿Alguien ha visto
la composición de los buenos laboratorios en EEUU? Están llenos de
postdoctorales formados en el resto del mundo (sin gastos de formación previos
y que además llegan absolutamente motivados y ya experimentados) y con una exigua
minoría de predoctorales (cuando existen). Tras varios años de dura
competencia, los más brillantes o los que han tenido más suerte con la
publicación de sus resultados (que a veces también ocurre) son promovidos por
el sistema a puestos de “principal investigator (PI)”
junior con lo que comienza su carrera como investigadores independientes.
En resumen, a lo mejor habría que repensar profundamente tanto la forma
como el destino de nuestra ciencia para intentar sacar el mejor partido a nuestros
escuálidos presupuestos de investigación y no seguir financiando la investigación
de países mucho más ricos que nosotros y con mayor tradición investigadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario