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7 de noviembre de 2011

La discreta ciencia española


Un reciente artículo en El País desvela lo que todos ya sabemos. Según los datos estadísticos del gráfico descargado directamente del periódico



España es el noveno país en cuanto a producción científica global pero que baja al puesto 19 cuando se comparan las citaciones de los artículos publicados. Así España es un país científicamente mediano. Cosa nada sorprendente a la luz de los datos objetivos. Sólo los que desconocen la realidad de la ciencia mundial pueden sentirse defraudados por estos discretos datos. Un país que gasta históricamente por debajo de la media de los países desarrollados de su PIB en investigación no puede tener nunca una posición de liderazgo en ciencia. Tener una buena ciencia implica invertir a largo plazo, la mayoría si no todos los países que nos superan en el gráfico anterior nos llevan décadas o incluso siglos (EEUU, Suiza, Alemania, Reino Unido, etc) de ventaja apostando por la ciencia, invirtiendo en institutos de investigación, contratando buenos científicos extranjeros cuando carecen de experiencia en un campo determinado que sirvan de núcleo inicial de desarrollo. En cambio en España ni siquiera ahora la ciencia se considera prioritaria. Se asigna poco dinero a ciencia y al llegar la crisis mientras los países que nos superan no han disminuido sus inversiones en ciencia, en España llevamos dos años de recortes brutales que nos están haciendo perder muy probablemente lo conseguido en la última década. Ello es así porque numerosos grupos de investigación que han tardado años en crearse y empezar a rendir resultados se están quedando sin financiación, lo que les obliga a su inmediata desaparición perdiéndose la continuidad del trabajo realizado. Luego cuando dentro de varios años se vuelvan a aumentar los presupuestos en investigación tendremos que volver a crear esas líneas de investigación desde prácticamente cero. En resumen en ciencia lo que se destruye en un año luego se tarda una década en recuperar.
Y todo ello con el agravante que comenté en una entrada anterior, de que el gasto en ciencia es insignificante dentro de los presupuestos generales del Estado español. Y aún así se recorta ahora. Es como si una familia que no llega a fin de mes decide disminuir su compra de leche mensual pensando que ello va a influir algo en la mejora de su situación económica. El gasto en leche no suele ser relevante en la economía familiar y el ahorro que obtendrá será en el mejor de los casos insignificante y mientras tanto dejará de consumir un alimento completo y necesario cuya carencia o escasez puede generar a la larga problemas de salud. Algo parecido con lo que ocurre con la ciencia, los científicos somos muy baratos y visto históricamente cualquier inversión en nosotros compensa sobradamente a un país.  Sólo los políticos sin visión de futuro y apegados al corto plazo pueden arriesgarse a ahorrar unos pocos millones de euros en ciencia pensando que están haciendo un buen negocio mientras ponen en peligro la supervivencia de la ciencia española.
En un país donde tenemos más curas y frailes pagados con el dinero de todos que científicos, médicos o profesores universitarios con la carga de irracionalidad, anticiencia, dogmatismo y sectarismo que eso conlleva, ¿alguien puede pensar objetivamente que los científicos españoles lo estamos haciendo mal? No recuerdo ninguna declaración oficial de nuestros dirigentes en los últimos años diciendo que los presupuestos para los parásitos religiosos en todas sus variantes: IRPF, exenciones fiscales, ayudas directas a la iglesia católica o a sus colegios concertados, etc vayan a ser reducidos por la crisis económica. Mientras tanto la sanidad, la educación y la ciencia públicas son recortadas continuamente en cada consejo de ministros o en cada reunión de gobierno de las diferentes comunidades autónomas o ayntamientos. ¿Alguien cree que con peor sanidad, peor educación pública y presupuestos en investigación más bajos vaya a mejorar la calidad de nuestros centros de investigación?
Si simplemente se dedicara durante una o dos décadas, el dinero que se dilapida financiando a la ignorante y retrógrada iglesia católica española, al fomento de la investigación en España el salto cualitativo de la ciencia española sería muy probablemente espectacular. Y ello además con la ventaja añadida de no aumentar ni el gasto ni el déficit público del país. Pero claro ¿quién osaría aprobar semejante medida? Muy probablemente volveríamos a tener una nueva guerra civil en ciernes con el apoyo de la jerarquía católica a una nueva santa cruzada como la de 1936.

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