Acabo de leer un interesante artículo
en El País sobre supersticiones entre la élite científica mundial, es decir,
entre los galardonados con el Premio Nobel.
Así se recuerda que brillantes científicos que nos asombraron con sus increíbles
descubrimientos cuando se apartan de su campo desgraciadamente se convierten
simplemente en mortales. Se desgranan los casos de famosos premios Nobel
que después de su galardón, emponzoñaron su credibilidad abandonando el método
científico que los hizo famosos e inmortales en la historia de la razón, y defendieron teorías esotéricas sin ninguna
validez. Se comenta el caso de Kary Mullis que abandera el
negacionismo del SIDA sin ninguna prueba. O el del famoso descubridor de virus
del SIDA, Luc Montaigner
que a su vejez se hizo un firme defensor de la homeopatía con experimentos que
darían vergüenza ajena al más inexperto becario científico por su falta de
rigor intelectual y experimental. También comenta el caso de Linus Pauling y su
extrapolación casi religiosa de la “medicina ortomolecular". Individuos que tal
vez influidos por su reciente fama olvidaron todos los principios de la ciencia
y se creyeron con derecho a pontificar sobre asuntos absolutamente ajenos a su
reputada experiencia científica. En resumen, que se convirtieron en unos
charlatanes indistinguibles de la relea habitual de magos, adivinos, religiosos
y creyentes varios que piensan que no necesitan demostrar sus aseveraciones
sino que debemos aceptarlas como verdad relevada. Todo lo contrario al espíritu
y a la esencia de la ciencia. Porque la ciencia es sobre todo humildad. Por
eso los romanos tenían la sabia tradición de acompañar al general victorioso en
su parada militar por Roma con un esclavo que le repetía continuamente en la cuadriga
que le llevaba al Senado la famosa frase
de "recuerda que sólo eres un hombre" para evitar que el endiosado héroe
padeciera egolatría. A lo mejor deberíamos instaurar esta razonable tradición
entre nuestros laureados.
Si ya has tratado en tu blog el tema de cualquiera de los artículos que lees aquí, te animo a dejar en la sección de comentarios un enlace o URL que nos lleve hacia él, siempre y cuando no sea para hacer proselitismo de la superstición en cualquiera de sus variantes. Todos ganamos con el intercambio fomentando la discusión racional.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¿En El Mundo???
ResponderEliminarGracias Juan Ramón Lara por identificar el gazapo, el artículo original se publicó en El País y no el El Mundo como yo escribí erroneamente. Ya está corregido
EliminarSaludos