Aunque siempre se comenta que la religión es beneficiosa para los individuos, la realidad es que las creencias tienen siempre un coste para el creyente. Y este coste es mayor a medida que aumenta la fortaleza en dichas creencias. Dejando de lado ejemplos extremos de la sanación por fe o el tratamiento de enfermedades mentales mediante exorcismos ya comentados en otras entradas de este blog, un ejemplo más cotidiano de esta interferencia es el de un reciente estudio publicado sobre enfermos de SIDA y la influencia de la religiosidad en el tratamiento. En dicho estudio se demuestra que las personas más religiosas tenían más probabilidades de olvidarse del tratamiento antiretroviral. Lo cual es absolutamente lógico. Si de verdad creemos que existe un dios personal que se preocupa por nosotros y que atiende nuestras plegarias cubriendo nuestras necesidades, entonces podemos permitirnos el lujo de dejar en sus manos nuestra curación y no tomar u olvidar de vez en cuando esas fastidiosas pastillas antiretrovirales, que además tienen algunos desagradables efectos secundarios. Es lo que tiene la ciencia atea. Pero si ese dios no existe, entonces nuestra creencia se convierte en una peligrosa elección. Será por eso que el máximo exponente de la religiosidad humana, el papa católico, en cuanto enferma se rodea de los más prestigiosos médicos. O utiliza la tecnología más avanzada para su seguridad. Por si acaso su dios está en otros asuntos y vayamos a tener un disgusto .
Si ya has tratado en tu blog el tema de cualquiera de los artículos que lees aquí, te animo a dejar en la sección de comentarios un enlace o URL que nos lleve hacia él, siempre y cuando no sea para hacer proselitismo de la superstición en cualquiera de sus variantes. Todos ganamos con el intercambio fomentando la discusión racional.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
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