Porque es imposible mantener el más mínimo diálogo racional cuando un creyente argumenta que la carne de cerdo es impura mientras que otro afirma con la misma rotundidad que las vacas son sagradas y un tercero “sabe” que a su dios lo que le gusta de verdad es decapitar tiernos corderitos.
Ya que si tu dios te dice a través de un mohoso libro que algo es pecado o puro hay forma alguna de argumentar, ni de negociar nada ya que la omnisciente deidad es categórica.
Y es por eso que la religión convierte muy fácilmente a las personas en fanáticos dogmáticos incapaces de pensar de manera mínimamente racional y cualquier tipo de debate está prohibido y la más mínima pregunta o cuestionamiento de esas particularmente delirantes creencias de cada secta se convierte en una “ofensa” que casi siempre termina en persecución y/o enfrentamiento.
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