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PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.

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24 de marzo de 2020

La estulticia religiosa no entiende de credos y se muestra más palpablemente en estos momento de crisis sanitaria


Así en España el Obispado de Jerez repartía entre sus fieles supuestos permisos para que se saltaran el confinamiento y se reunieran todos en la iglesia para así poder transmitirse más eficaz y rápidamente el coronavirus.  

Lo mismo que se hace en iglesias y también en tiendas de objetos religiosos por todo EEUU: saltarse las medidas de cuarentena, porque siempre es más importante canturrear estupideces tras un altar o comprar una nueva edición de la Biblia que seguir las recomendaciones sanitarias. 

Cientos de mormones se reunían en el aeropuerto de Salt Lake City para recibir a sus correligionarios de fe que volvían de Corea del Sur y así mezclar más rápidamente las cepas viales de Asia y EEUU y que el resultado se difunda con mayor rapidez.

Y si los cristianos son estúpidos, pues los musulmanes no se van a quedar atrás en idiocia ya que 25.000 ignorantes seguidores del profeta pederasta se reunieron en una mezquita en Bangladesh para ¡agárrense! rezar por el coronavirus. Y el virus tan contento de que le faciliten el trabajo. 

Pero quizás lo peor de todo este delirante popurrí de fanatismo religioso sea el caso de esos predicadores estadounidenses que se han comprado un helicóptero para difundir la palabra de dios (y ya de paso todos y cada uno de los mortales patógenos que conviven con nosotros en el mundo civilizado) y llevarlos cuanto antes a esas remotas tribus de la selva amazónica que no han desarrollado inmunidad frente a virus y bacterias y así que caigan como moscas y se reúnan cuanto antes con su supuesto hacedor a dos metros bajo tierra.

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