Los creyentes en su ignorante afán de sumar caracteres a
cual más llamativo y magnífico han llegado a crear un ser totalmente lleno de
contradicciones, de tal manera que para cualquier ser humano con una mínima
capacidad de razonamiento es evidente que todas esas cualidades
autocontradictorias solo pueden conducir a una única conclusión: ese ser no
puede existir salvo por supuesto en la irracional mente de los supersticiosos.
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