Los humanos criticamos (muchas veces con sarcasmo y hasta con dureza) las opiniones políticas, los gustos personales o colectivos y el resto de las facetas y opiniones de nuestros congéneres.
Pero sin embargo, la religión tiene un privilegio que no tiene ninguna faceta de la vida ya que es de mal gusto (y en muchos países está además perseguido por la ley) criticar esas delirantes a la vez que estúpidas creencias en serpientes parlantes, en gorrinos endemoniados, en palomas fornicadoras, en dioses elefante, en beduinos pederastas que suben al cielo a lomos de corceles alados, en coléricas zarzas ardientes y el resto de irracionales supersticiones que atan a miles de millones de personas a parásitos sociales vestidos como fantoches de carnaval y que en demasiadas ocasiones les hacen cometer los más horrendos crímenes en nombre de supuestas benevolentes deidades que en realidad más parecen ser adictas al dolor y al sufrimiento de unos pobres monos bípedos.
Como muy bien indica Richard Dawkins en este video, es hora ya de dejar de respetar a estos dementes intolerantes y criticar si es necesario con mofa, befa y escarnio de lo que solo son estúpidos pero muy peligrosos comportamientos supersticiosos.
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