Los creyentes afirman que mohosos libros escritos por
profetas analfabetos de tiempos remotos contienen todo el conocimiento posible,
incluso para el actual siglo XXI. Y esta afirmación, que se repite cada "día del señor"
en todas las iglesias, mezquitas, pagodas, sinagogas y demás edificios
consagrados a la superstición y a la estulticia en su mayor expresión son una ofensa
constante al duro trabajo realizado por miles de las mejores mentes que ha dado
la humanidad en su historia.
Porque cuando un iletrado religioso afirma que el Corán, la Biblia o los textos sagrados hindúes son ciertos, por haber sido revelados por una supuesta deidad omnisciente está afirmando (prepotente y ofensivamente) que todo lo descubierto por Darwin, Einstein, Madame Curie, Pasteur, Mendel o Schrödinger entre otros muchos es erróneo.
Y una sociedad que se considerara mínimamente desarrollada no debería permitir semejante ofensa a la dignidad intelectual de la Humanidad.
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