Es bien sabido que el fanatismo religioso no tiene límites y lleva a sus adeptos a realizar los actos más delirantes. Y un ejemplo paradigmático de ese comportamiento irracional se puede observar en la salida de la imagen de la Virgen del Rocío en la absurda romería desde Almonte.
Porque ver a esos embrutecidos romeros dándose empujones, empellones y golpes poder conseguir llegar los primeros a tocar la imagen es patético. Y lo peor de todo es que estos individuos, que se supone que son de lo mejor que puede crear un dios omnipotente, luego tienen derecho al voto.
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