El papa Francisco visita a unos pobre niños ciegos para consolarles del hecho que el dios católico (el único verdadero, que los demás sabemos que únicamente son invenciones de Satanás para confundir a los impíos) en su infinita generosidad, benevolencia y poder les ha hecho nacer ciegos. ¡Qué triste y miserable paradoja! Pero ahí queda el iletrado y supesticioso rebaño católico para comulgar con ruedas de molino como reza el viejo dicho castellano.
Este ofensivo comportamiento seria algo similar a si alguno de los lugartenientes de Hitler hubiera visitado los campos
de exterminio nazis repartiendo abrazos y besos en la frente a esos mismos niños
judíos que Hitler, su líder omnímodo había decidido torturar hasta la
muerte.
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