A los creyentes se les llena la boca con ese estúpido "argumento" de la santidad de la vida cuando, como muy indica el cómico estadounidense George Carlin, la realidad es que llevan milenios matándose entre ellos sin pudor alguno y sin tener en cuenta la "santidad" de la vida de aquellos ateos, herejes o adoradores en otros dioses diferentes al suyo. ¡Menuda desvergüenza!
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