La escuela
neoclásica de economía (base del actual neoliberalismo) ha conseguido, casi
como si un dogma religioso más fuera, convencer a la ciudadanía de que las finanzas
de los gobiernos deben administrarse como el presupuesto del hogar de cualquier
familia normal, en donde las palabras déficit o deuda pública deben ser
consideradas un peligro o peor aún, casi como un pecado. Sin embargo, si algo
ha demostrado la reciente pandemia coronaviral es que si la cuentas públicas
las llevaran unos padres de familia preocupados, el sistema socioeconómico de
los países desarrollados hubiera colapsado y ahora estaríamos en la más
completa ruina socioeconómica.
Si ya has tratado en tu blog el tema de cualquiera de los artículos que lees aquí, te animo a dejar en la sección de comentarios un enlace o URL que nos lleve hacia él, siempre y cuando no sea para hacer proselitismo de la superstición en cualquiera de sus variantes. Todos ganamos con el intercambio fomentando la discusión racional.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
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