Las creencias religiosas, como las pseudomedicinas, sirven para todo aunque por supuesto luego la realidad que no sirven para nada, salvo para idiotizar al aborregado rebaño de creyentes.
Los mitos escritos en la Biblia, como en cualquier otro libro revelado a dementes, son un conjunto de estupideces inventadas por iletrados para intentar dar algún sentido o explicación a un complejo mundo que estaba más allá de toda comprensión humana hasta que algunas de las más brillante mentes idearan ese maravilloso concepto del conocimiento científico.
Hasta ese momento, lo que decía el chamán de turno era la verdad. Incluso cuando los sotanados de turno le decían a dos tribus enfrentadas que aunque compartieran la misma deidad, ellos y solo ellos iban a recibir ayuda divina para exterminar a los de enfrente.
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