La mayor falacia de los defensores del neoliberalismo extremo y de una globalización mundial es ese absurdo (y peligroso) dogma sobre el que descansa todo el edificio del capitalismo: crecer, crecer y creer hasta el infinito y más allá como decía el famoso personaje de los dibujos animados.
Y no hay que ser un Premio Nobel en Economía para comprender que un planeta finito, en el que estamos esquilmando prácticamente todos sus recursos y contaminando hasta el más remoto rincón del globo, no puede mantener durante mucho tiempo más este depredador y también suicida sistema económico mundial basado en el neoliberalismo más feroz.
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