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8 de febrero de 2023

La muerte es la prueba de que los creyentes no se creen ni de lejos sus estúpidas creencias

Uno de los más grandes enigmas de la religión es por qué narices los piadosos creyentes, esos mismos que afirman ansiar pasar toda la eternidad rodeados de angelitos tocando la lira junto a sus seres queridos, sin embargo lloran desconsoladamente durante la muerte, y muchas veces son incapaces de sobreponerse años después del deceso de un familiar.

Supongamos que aparece en su puerta el representante de una multinacional que acaba de descubrir la cura de todas las enfermedades y de obtener la formula capaz de rejuvenecer a cualquiera. El enviado explica al interesado que por pura generosidad su empresa va a donarles gratuitamente ambos milagros de la tecnología médica a toda su familia con una única condición. Cuando el abuelo o el primo que tiene un cáncer avanzado solicite los servicios de la empresa, ellos se comprometen a curar y a salvar al interfecto siempre y cuando acepte irse a vivir a una isla paradisiaca en cuanto esté curado del todo y rejuvenecido como un chaval. En esa isla disfrutará de todos los lujos posibles con otros de su condición, aunque sin embargo toda comunicación entre el feliz salvado y sus familiares y amigos que sigan residiendo fuera de la isla estará prohibida terminantemente para siempre. El representante empresarial también les indica a los presentes, que cuando una segunda persona se encuentre tan mal como para no poder seguir viviendo la empresa procederá a repetir el tratamiento antienfermedad y antienvejeciemiento con esa persona, igual que con la primera y esta segunda pasará a vivir maravillosamente en el paraíso isleño en compañía del familiar previamente ingresado y que este segundo individuo tampoco podrá como el primero contactar de manera alguna con el resto de familiares. Y así, este procedimiento se repetirá las veces que sean necesarias hasta que toda la familia acabe residiendo en la maravillosa isla rodeados todos ellos de lujos infinitos, pero en mutua compañía familiar y junto con amigos, conocidos y demás personas que hayan aceptado las mismascondiciones.

La pregunta que surge es si alguien en su sano juicio podría siquiera plantearse rechazar semejante regalo tan extraordinario para él y todos sus seres queridos. Pues aunque parezca increíble la respuesta a esta pregunta es sí: miles de millones de personas con el cerebro podrido por el virus de la fe. Ya que los mismos que ansían el prometido Cielo para ellos y sus familiares, sin embargo se aferran a la vida casi como garrapatas aún cuando tengan 100 años, los huesos podridos y demencia senil galopante, o que se le diagnostique a su querido hijo un terrible cáncer que en unos pocos meses le matará tras una insufrible y muchas veces lenta agonía. Ellos quieren que su pobre hijo siga viviendo como sea, el mayor tiempo posible. Y luego los familiares del finado en vez de montar fiesta tras fiesta en honor a ese familiar que ha dejado de sufrir llorarán durante semanas, meses o incluso años la pérdida de su ser querido, aunque según sus creencias el tierno infante o el querido abuelo se encuentre a la diestra de dios y a la siniestra de la virgen disfrutando de toda una eternidad de gozo.

En el siguiente video el humorista Bill Burr explica toda esta patética y absurda contradicción tomando como referencia a los ancianos papas, esos que supuestamente tienen el Cielo más que asegurado pero que no quieren la felicidad eterna ni a tiros.

1 comentario:

  1. Pues no están seguros de lo que creen y recriminan a otros por no creerlo 😭

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