Los demonios atacan a la policía ¡ahí es nada!

Parece que en Argentina los entes malignos se han enfrentado a la policía, imagino que para demostrar quién manda de verdad. 

Un policía argentino fue atacado en los calabozos de la comisaría por una entidad demoniaca que le produjo diversas heridas tal y como se muestra en la siguiente imagen

El asustado agente, que no descarta que pudo ser víctima de algún hechizo satánico, declaró que

"Así como existe Dios, existe el diablo y puede ser que alguien me odie"

Y parece ser que los demonios le rondaban ya que

"desde hace un tiempo que se escuchaban ruidos extraños, golpes y gritos de arriba de las celdas"

Pero dejemos que el pobre agredido relate los terribles hechos

"Siento como que me agarran desde adentro de una celda y empiezo a forcejear como con una persona toda de negro, encapuchada... Quedé todo rasguñado. Entré en nerviosismo pedí auxilio y socorro, me oriné, esta persona me quería matar, no tenía otra intención, era un ente, no sé cómo llamarlo. La fuerza es impresionante, no me lo podía sacar de encima. Me caigo al piso, me toma de las piernas y me vuelve a meter adentro... queriéndome agarrar. Detenidos desde abajo vieron el forcejeo y han visto la sombra en otra oportunidad y en ese momento también. No alcancé a ver las uñas, decía te voy a matar, te voy a matar, tenía la voz gruesa y ronca”

Y ante tal descomunal y provocador suceso la policía ha tomado las medidas pertinentes, llamó a un sacerdote que, tras inspeccionar los calabozos tal y como muestra la siguiente fotografía

tomó la muy cristiana decisión de realizar un oficio religioso para ver si así el ente demoníaco abandona el lugar y así evitar que se repitan esos lamentables hechos. Y asunto arreglado.

En resumen, y ya en serio, es vergonzoso que en pleno siglo XXI no solo haya policías que están para que se les encierre en un psiquiátrico (sobre todo muy lejos de armas de fuego) sino que los superiores de este pobre demente acudan a la santa madre iglesia católica para perpetuar un poco más los milenios de estúpida e irracional superstición con los que nos llevan castigando desde que ese pobre nazareno demente vagaba por los desiertos judaicos.