Los cristianos difunden día sí y día también "milagrosas" curaciones, aunque solo sea la desaparición de una triste hemorroide o el fin del reuma de una vieja monja.
Aunque luego, cuando se analizan racionalmente los hechos, lo que en realidad ha ocurrido es que el "fervoroso" cristiano (lejos de poner su salud y su vida en manos de la divina providencia) acudió como todo hijo de vecino a los mejores médicos a los que pudo acceder para proceder con la consabida y eficiente panoplia de tratamientos que la moderna medicina atea ha desarrollado en los últimos años para combatir esas enfermedades tan inteligentemente diseñadas por una divinidad supuestamente benevolente para que su "amado" rebaño sufra lo indecible de las maneras más tortuosamente dolorosas.
Pero eso sí, luego (como muy irónicamente muestra el siguiente video) dan gracias a troche y moche a su amigo imaginario despreciando el trabajo, el esfuerzo y el talento de los miles de científicos y médicos que han hecho posible su "milagrosa" curación.
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