El fracaso de la democracia

Hay algo perverso en la actual forma de desarrollarse las democracias y es que personas pertenecientes a los colectivos más desfavorecidos acaban siendo elegidas para defender las mismas políticas que a ellas les hubieran humillado y hasta perseguido.

Desde que la ya tristemente famosa Margaret Thatcher acabara siendo el azote neoliberal de los trabajadores y punta de lanza de todo tipo de recortes y privatizaciones que empobrecieron al común de la ciudadanía británica se repite una y otra vez ese viejo dicho que los conversos son los más fanáticos creyentes, porque no hay que olvidar que la famosa Dama de Hierro fue hija de un tendero que realizó toda su carrera educativa (incluida la prestigiosa universidad de Oxford) gracias a las becas, esas mismas que luego ella desmanteló para que ninguna otra hija de tendero pudiera seguir sus pasos.

Así, hoy leemos en la prensa que la nueva ministra británica del Interior ha declarado que

"Me encantaría tener una portada del The Telegraph con un avión despegando a Ruanda, ese es mi sueño, esa es mi obsesión"

para llevar lo más lejos posible a los solicitantes de asilo.

Y ¿cuál es el problema dirán ustedes que una pija conservadora quiera abandonar en campos de concentración (pues esa es la cruda realidad de llevar a un país mísero y sin recursos a desesperados que han cruzado medio mundo en busca de algo de paz y dignidad)? ¿no es una forma de pensar y de actual "normal" para cualquier miembro de la discriminadora élite británica?

Pues que nuestra flamante ministra es hija de dos inmigrantes de origen indio (y por tanto permítanme la observación racista de que esta señora es más negra que el carbón) que ingresaron el Reino Unido en los años 60 del siglo pasado desde sus respectivos lugares de nacimiento en Kenia y la isla de Mauricio. Y para más inri su madre era de ascendencia hindú tamil, una minoría étnica masacrada en Sri Lanka desde hace décadas y cuya diáspora se cuenta por millones repartidos por todo el mundo. 

Por lo que es evidente que si otro ministro conservador de la época de sus padres hubiera llevado a cabo los infames sueños húmedos de nuestra protagonista lo mismo en la actualidad esta miserable no estaría intentando implementar medidas nazis en Inglaterra, porque ella habría nacido en un campo de concentración de cualquier país del Tercer Mundo bajo la atenta mirada de los soldados de Su Majestad. Y por supuesto, no hubiera ni podido soñar con conseguir esas becas que le permitieron estudiar en la prestigiosa Universidad de Cambridge y así poder llegar a convertirse en una mezquina lacaya al servicio de la más terrible opresión.

Por lo que a veces solo hace falta recordar ese viejo dicho castellano de que

"Para este viaje no se necesitaban tantas alforjas"

y algo debe estar fallando en la democracia para que siempre se seleccionen los individuos (sean del sexo que sean) más sórdidos y de la peor calaña para que se lleven a cabo las políticas más miserables.