Una de los más constantes comportamientos cristianos (al menos dentro del cine estadounidense) es representado por esa familia de privilegiados blancos: padre, madre e hijos que sentados a la mesa y ante la cena se cogen humildemente las manos y dan gracias a su dios por los alimentos que van a tomar.
Pero, para evidenciar lo ofensivamente terrible de este prepotente
comportamiento, que supone que una entidad todopoderosa se dedica a colmar de
dicha solo a algunos elegidos, la siguiente imagen que evidencia la terrible
verdad que hay otros millones (generalmente de negritos y demás tribus, razas o culturas
del Tercer Mundo) que parecen no importar nada a la "benevolente"
deidad judeocristiana.
A la naturaleza es a la que hay que darle las gracias, que pese a lo mal que la tratamos y lo repartimos aún nos da para comer a algunos.
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