Aunque no es de buen gusto el alegrarse por la muerte de alguien, a veces el que un estúpido (que pone en riesgo la vida de los demás y atenta contra la salud pública) fallezca puede ser una buena noticia.
El líder del Partido Republicano en Carolina del Sur, un destacado negacionista contrario a las vacunas, a los test de antígenos y al uso de las mascarillas, acaba de fallecer a causa de esa enfermedad a la que tanto despreciaba.
Así que, a riesgo de parecer insensible, un loco peligroso menos cuya muerte quizás pueda servir de ejemplo para salvar muchas otras vidas en esos tan particularmente cristianofascistas estados del cinturón de la Biblia estadounidense.
¿Quién dice que ese hombre ha muerto?, se lo ha llevado su dios para sentarlo a su derecha y vivir con no se cuantas huríes. A los negacionistas es difícil hacerlos cambiar de idea.
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