La oficina nacional de estadística británica acaba de presentar información sobre la mortalidad de la COVID-19 dependiendo de la religión. Y los datos son llamativos.
Tal y como se recoge en la siguiente figura
en Inglaterra la COVID-19 mata en mayor proporción a musulmanes, judíos, hinduistas y sijs que los creyentes en otras confesiones y mucho más que el grupo de personas ateas, agnósticas o irreligiosas.
Por supuesto, esto no es una prueba de que los creyentes per se sean objetivo prioritario del virus, sino que los acólitos a estas religiones presentar peores indicadores de calidad de vida: pobreza, hacinamiento, falta de recursos, etc. que los hace más vulnerables a las infecciones en general y al SARS2 en particular.
Pero este es otro, dentro de los innumerables datos que indican que la religión siempre está más asociada a carencias y que las personas cuanto más educadas, con más recursos y mayor bienestar rompen antes las cadenas de la superticiosa ignorancia religiosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario