Es más que evidente que Ayuso ha demostrado ser más
peligrosa que un chimpancé con un par de pistolas, ahora que hemos descubierto
que decenas de miles de abuelos fueron abandonados como perros en los
geriátricos madrileños, en una especie de residenzias de exterminio en donde
nuestros ancianos (pero solo aquellos que no disponían de un seguro médico
privado, ¡faltaría más que todavía quedan clases!) murieron sin ningún tipo de
atención médica.
Y como parece que estos terribles números le parecen poco
pues, en lugar de haberse puesto a trabajar en serio: contratando rastreadores,
reforzando las plantillas de la sanidad pública u organizando una vuelta
ordenada al colegio, ha dilapidado estos 4 meses de tregua que nos ha concedido
el coronavirus en lloriqueos, fotos de dolorosa ¡algo vomitivo! y acusaciones
varias a diestro y siniestro: médicos, enfermeros, profesores, gobierno, etc., aunque según esa Constitución que tanto les gusta sacar a colación a los del PP (pero solo a veces y cuando les interesa) las comunidades autónomas tienen todas las herramientas de gestión sanitaria, excepto el famoso estado de alarma.
Y ahora que ya tenemos encima la segunda ola de la pandemia, “la casa sin barrer” como reza el dicho castellano y a aumentar en otras decenas de miles el número de muertos.
Visto lo visto, lo único razonable es pensar es que esta individua quiere simplemente que disminuya drásticamente la población madrileña, que 6 millones somos muchos. Y por tanto sólo queda por concluir que al final Ayuso es peor que el Dr. Muerte.
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