Aunque los distintos grupos religiosos creen en un dios
diferente al del resto, hay una característica que todos ellos comparten: la
ofensiva estulticia derivada de interpretar la compleja realidad de un mundo
moderno a través del prisma de mohosos libros, escritos por cierto por analfabetos
de tiempos remotos. Y así luego les luce el pelo con sus patéticos
"argumentos".
Y como ejemplo de lo anterior algunos casos recientes provenientes
de las dos religiones monoteístas con más descerebrados seguidores. Primero vayamos con los cristianos y con la
única secta "verdadera": el catolicismo. El arzobispo de Valencia,
célebre por su fanatismo y debilidad mental,
acaba de demonizar (nunca mejor dicho) a la futura vacuna del coronavirus
por ser una "obra del diablo" ¡ahí es nada con el majadero purpurado!
Y tras el católico, un
predicador baptista de Florida no quiere que su aborregado rebaño se vacune,
porque (y aquí tiene toda la razón) estos medicamentos contravienen la Divina
Creación. Y como digo tiene razón en su delirante mentalidad porque si los
virus son producto de ese diseño inteligente por parte de una siempre colérica
divinidad ¿quiénes son sus humildes y más que estúpidas ovejas para luchar con
tan bellos proyectos biológicos?
Y si los cristianos están para que los encierren, pues los
musulmanes no les van a la zaga en irracionalidad. En la India, un
ayatola o similar acaba de emitir una fatwa contra el uso de desinfectantes
a base de alcohol para limpiar las mezquitas, porque parece ser que el alcohol
es tan pecaminoso que ni siquiera puede servir para matar patógenos.
Así que ya ven, con tanto estúpido suelto por el mundo, la
pregunta es ¿cómo no vamos a extinguirnos?
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