Es evidente que todas y cada una de las variantes del
cristianismo han dedicado muchos más esfuerzos a congraciarse con los poderosos
de cada época que a su supuesta misión espiritual. E incluso a día de hoy lo
demuestran como es el caso de la iglesia ortodoxa rusa.
En Moscú se está construyendo una nueva catedral ortodoxa, la
Catedral de la Resurrección de Cristo cuyo propósito no deja lugar a dudas.
Lejos de esas estomagantes y más que falsas imágenes de nazarenos torturados o
crucificados, vírgenes adúlteras, palomas fornicadoras y santos varios, los
encargados de la magna obra han representado en sus mosaicos a los verdaderos
adalides del cristianismo oriental: Vladimir Putin en el centro, rodeado por
altos cargos del gobierno como el ministro de Defensa, Shoigu, la presidenta
del Consejo de la Federación, Valentina Matviyenko, el presidente de la Duma,
Viacheslav Volodin o el director del Servicio Federal de Seguridad (una de las
agencias de inteligencia rusa, heredera de la KGB), Alexander Bortnikov (este
último me parece muy adecuado pues es el que realemente tiene el verdadero
poder en el Imperio ruso) tal y como muestra la siguiente fotografía publicada en un periódico ruso:
Pero además, para que no quede duda alguna, hay otro mosaico
que representa a decenas de soldados del Ejército rojo desfilando en la Plaza
Roja de Moscú en 1945 el día de la Victoria en la Gran Guerra Patria (como
denominan en Rusia al periodo de la Segunda Guerra Mundial en el que participó
la URSS), llevando un retrato de Stalin.
¡Así que ya sabemos de qué pié cojea el dios judeocristiano
en su versión ortodoxa rusa!
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