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PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.

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28 de marzo de 2020

Pero ¿de qué tienen miedo los católicos?


Una de las mayores incongruencias de los religiosos en general, y de los católicos en particular, es que dicen creer que su dios omnipotente les protege de todo mal. Sin embargo, luego con su comportamiento diarion contradicen una y otra vez esa supuesta fe en su "magnánimo" dios.

Ya hace más de un siglo que los cristianos mostraron la verdadera fortaleza (ninguna por cierto) de sus creencias cuando decidieron poner pararrayos en todos y cada uno de los campanarios de sus iglesias.



Porque, ¿no estaba claro que los rayos eran una muestra de la ira divina y que por tanto, no solo no había que protegerse de ella, sino que estos fenómenos naturales deberían ser admirados por cualquier creyente con un mínimo de fe?

Pues ahora mismo, en presencia de una pandemia (supuestamente enviada o al menos consentida por el único dios verdadero) los más que cobardes católicos han abandonado (como miserables ratas) esa santa plaza de San Pedro y han dejado más solo que la una al obispo de Roma con su mágica bendición "Urbi et orbi", prédica que supuestamente todo lo puede porque así se lo comunicó hace siglos la paloma fornicadora a uno de los anteriores poncífices.
 

Porque ¿qué puede haber más evidente que la soledad de un anciano, que dice representar al ser más poderoso del Universo, en una inmensa plaza vacía para corroborar la verdadera naturaleza de la religión?

A la vista de los hechos, solo queda certificar que los católicos son todos unos impostores (más que cobardes por cierto) y que verdaderos seguidores del nazareno demente quedan menos que linces ibéricos, quizás en toda España solo quede el demente que en Gan Canaria afirmó cuando la policía le detuvo que se saltaba el confinamiento porque

"obececía órdenes de dios"


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