Si poco necesita el alucinado rebaño cristiano para difundir
a los cuatro vientos su patética ignorancia, la reciente epidemia viral tiene
desatados a todos esos dementes que dicen tener línea directa con la más que
imaginaria divinidad judeocristiana.
Y así, mientras un pastor de Tennessee mantiene abierta su
iglesia para que así se contagien más rápida y eficientemente sus pobres ovejas
porque
"argumenta" que
"El Señor no nos ha dado el espíritu de miedo"
otro patético cristiano dice que la actual epidemia no es
peligrosa porque
"El Espíritu Santo no [le] ha dado ninguna información sobre el coronavirus. Nada. Eso me dice que ... es un problema del que no tengo que preocuparme."
Por tanto todos tranquilos, porque si el Espíritu Santo no
le ha dicho nada a este cretino integral, pues dediquémonos a otras cosas que
todos sabemos que los científicos son siervos del Maligno.
Y ya para rizar el rizo, otra cristiana alucinada ha
encontrado el verdadero objetivo de la actual pandemia ya
que ha afirmado que
"El virus muestra claramente el gran valor que tiene tener madres en casa con sus hijos. Pueden protegerlos del virus y educarlos en casa. Así es como Dios pretendía que fuera. Tal vez la crisis siempre muestra que los caminos de Dios son muy superiores a los del hombre."
Así que ya saben, como las madres se olvidaban del cuidado
de sus hijos la siempre irascible zarza ardiente ha decidido mandan una plaga
bíblica para que la mujer recuerde cual es su verdadero lugar: en casa y
cuidando a los críos.
Y para terminar este festival de imbecilidad cristiana no
podía faltar la
avispada que quiere sacar dinero de estos tiempos de miedo: nada más y nada
menos que la consejera espiritual de Donald Trump, que por si no tuviera poco
trabajo intentando redimir a un agresor sexual se dedica a hacer sesiones de
rezo por Facebook, eso sí cobrando la módica cantidad de 91 dólares (no sabemos
si impuestos icluidos o no) a cada idiota cristiano que se conecte a
escucharla decir obviedades durante media hora.
En resumen, estos cristianos están más que desatados en su
supersticiosa ignorancia.
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