Ahora que en Francia fundamentalistas islámicos quieren violar y asesinar a una adolescente lesbiana en nombre de su
"sagrada" y más que opresora religión, es un buen momento para
recordar a estos fanáticos que las creencias no pueden estar nunca por encima
de las personas, y que no puede existir una verdadera democracia sin el derecho
a la libertad de expresión, en el que se incluyen por supuesto la crítica, la
ironía y la sátira por más mordaz u ofensiva que parezca.
Porque uno puede creer en la estupidez que quiera, por más disparatada que esta sea. Pero lo que no se puede es exigir respeto y sumisión ante la ignorancia y la superstición de una religión antidemocática, sexista, disciminadora y homófoba.
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