Incluso en las sociedades occidentales más avanzadas se da
una triste paradoja, ejercer la libertad de expresión depende de las creencias
religiosas.
Mayoritariamente se considera normal, aceptable y hasta digno de admiración
el que un creyente manifieste en público sus creencias, aún cuando estas puedan
ser manifiestamente antidemocráticas, discriminadoras, sexistas u homófobas. Es
más, un creyente puede interpelar a cualquier viandante o visitar casa por casa
porque todo el mundo tiene asumido que hay que ser respetuoso tanto con las
personas religiosas como con sus creencias por más estúpidas que estas sean.
Sin embargo, si un ateo manifiesta públicamente su
increencia es rápidamente tildado de irrespetuoso, ofensivo y maleducado. ¿Se
imaginan que un grupo de ateos fuera por la calle repartiendo panfletos,
intentando convencer a la gente de la cruda realidad de que todas las
religiones son mentira y de que los más que venerados profetas por muchos
fueron pobres enfermos mentales? ¿podría un ateo ir casa por casa difundiendo
los miles de estudios publicados en las más variadas disciplinas científicas
(psicología, neurociencia, evolucionismo, psiquiatría, etc.) que demuestran que
la religión es un proceso socioevolutivo que no tiene relación alguna con la
realidad?
En todos los casos anteriormente mencionados es más que
probable que en poco tiempo multitud de creyentes se sintieran ofendidos y no
sería descartable que se personara la policía para hacer entrar en razón a los
irrespetuosos ateos.
Es por ello que, tal y como muestra el siguiente video, la
realidad es que mientras los creyentes pueden ejercer su libertad de expresión
en todo momento y lugar, los ateos tenemos muy coartados nuestros más
elementales derechos.
Gran texto suscribo totalmente lo que dice el autor es un gran texto que la gente debería de leer , pensar ,
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