Que los verdaderos creyentes son prácticamente
indistinguibles de los enfermos mentales es un hecho que, aunque está más que
probado, nunca deja de sorprender.
Porque de ninguna otra manera, más que de loco de remate, podría calificar a un telepredicador yanqui
(de esos que abundan más en EEUU que las setas en otoño) que
afirma a los cuatro vientos que
"Oren por su ciudad, oren por su pueblo, oren donde viven"
ya que
“Algunas ciudades y estados que voy a mencionar aún podrían salvarse si se arrepienten, si renacen. Dios escucharía desde el cielo si las ciudades se apartaran de sus malos caminos, pero hay ciudades que han maldecido a Dios."
¿Y cuáles son esas ciudades que o se arrepienten prontamente
o lo más que seguro es que acaben como las Sodoma y Gomorra bíblicas, arrasadas
por la siempre benevolente zarza ardiente? Pues según nuestro alucinado pastor son
"Nueva York y Long Island en el estado de New York, Los Angeles, Long Beach y Santa Ana (en la soleada aunque más que pecaminosa, esto es de mi cosecha) California, Nueva Orleans en Luisiana, la capital de los EEUU, Washington, Bangkok en Tailandia y Tel Aviv, la capital del estado de Israel"
¿Que cómo lo sabe este personajillo? Pues como siempre, se lo ha dicho su
dios ¡y punto!, entidad irreal pero con la que parece que departe día sí y día también.
Y para que no quede la más mínima duda (aunque como cualquier demente con una cruz al cuello, no presenta ninguna prueba) termina su delirante alegato con un patético
Y para que no quede la más mínima duda (aunque como cualquier demente con una cruz al cuello, no presenta ninguna prueba) termina su delirante alegato con un patético
"Sé que no estoy equivocado"
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