Las bases de esa más que poderosa Ciencia, maravillosa herramienta que ha permitido a unos simples monos bípedos avanzar en la comprensión, tanto del más que inimaginable Universo que nos rodea hasta casi el infinito, así como de esa exuberante Naturaleza a la que pertenecemos como una especie más, tuvieron unos más que humildes principios en un pequeño rincón del Mediterráneo.
Y sin embargo este más que extraordinario éxito de la Ciencia se basa en un más que simple principio: el abandono de la superstición religiosa y su más que inevitable corolario. Sin las cadenas de la divinidad, la Naturaleza y el Cosmos deben obedecer leyes accesibles al intelecto. Y bajo esta sencilla, pero más que revolucionaria, hipótesis algunos de los mayores genios que ha dado la Humanidad colocaron hace alrededor de dos milenios y medio los fundamentos de todo el posterior conocimiento científico.
Y ahora, 2.500 años después (y a pesar de todos los éxitos cosechados) todavía una gran parte de la Humanidad sigue sin comprender los cimientos sobre los que se ha construido todo el casi inabarcable conocimiento científico actual y se rinden idiotizadamente ante la más ignorante superstición religiosa y el cada vez más insignificante “dios de los huecos“.
Hola.
ResponderEliminar¿Que libros me recomiendan leer sobre divulgación científica?