Los creacionistas, esos niños más que infantiloides asidos a los delirios de unos pastores de cabras de los desiertos judaicos de la Edad del Bronce, afirman ¡sin rubor alguno! en el más que hiperdesarrollado siglo XXI que el más que infinitamente vasto Universo que la Ciencia ha desvelado (parcialmente todavía) no es más que un engaño pergeñado por científicos ateos al servicio del Maligno y que sin embargo, el más que delirante cuento de una estrella y media docena de planetas orbitando alrededor de nuestro más que insignificante roca madre es todo lo que un diosecillo del tres al cuarto pudo imaginar en una semana de más que chapucero trabajo.
Si ya has tratado en tu blog el tema de cualquiera de los artículos que lees aquí, te animo a dejar en la sección de comentarios un enlace o URL que nos lleve hacia él, siempre y cuando no sea para hacer proselitismo de la superstición en cualquiera de sus variantes. Todos ganamos con el intercambio fomentando la discusión racional.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
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