Resulta más que llamativo que individuos con evidentes y más que graves taras
mentales, como son los obispos y el propio papa católico, se permitan la osadía
de pontificar sobre los comportamientos de los demás.
Porque que el papa católico haya sugerido que los padres que
observen tendencias homosexuales deberían enviar a sus hijos al psicólogo sería
del todo risible, si no proviniera de un individuo que afirma que habla con una
zarza ardiente, con una paloma fornicadora, con la adúltera de su pareja humana
zoófilica y con el hijo de los tres en forma de nazareno zombi demente.
Un papa, que lleva la senilidad impresa en su cerebro desde
su más tierna adolescencia puesto que cree en serpientes parlantes, gorrinos
endemoniados, muertos que salen de sus tumbas, diluvios genocidas y el resto de
la increíble sarta de estupideces, solo aptas para los más cortos entre los
cortos de mente, que se incluyen en ese delirio escrito en el que consiste los “sagrados”
textos de los cristianos; unos relatos que fueron ideados por algunos de los
más locos individuos que ha dado esta siempre tan particular especie de monos
cabezones que sin embargo habitualmente sólo usan su cerebro para poder ponerse
el sobrero.
Debería darles vergüenza a estos tipos hacerle la vida imposible a las personas LGBT, con sus actos y expresiones de odio (y su influencia en la sociedad por supuesto) hacen que al final sólo se cometan más crímenes y discriminaciones hacia esta comunidad, que lo único que quieren es salir adelante y que la sociedad los acepte. Los fundamentalistas religiosos son capaces de violar los derechos de los demás y pisotear las libertades individuales con sus actos, claro que ellos pueden como si nada, pero si uno simplemente les cuestiona algo, se enfadan y hacen un berrinche tal cual como el de un niño pequeño, ahí si que importan sus derechos.
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